sábado, 31 de agosto de 2024

Dos reflexiones personales caminando por una vía verde el último día de agosto

Y, como siempre sucede, llegó el último día de agosto.

Y, como siempre sucede, llegó el sol asfixiante, llegó el bochorno, llegó el viento refrescante, llegó la reminiscencia del otoño venidero, aunque sea un ínfimo respiro, de momento.


Ya habrá tiempo para inviernos moderados.


He detenido la lectura en la página 196.

Estoy leyendo la novela El GRIAL y la DIOSA.

La compré hace tampoco tanto en la librería Códex y por algún motivo ha sobrevivido a las purgas bibliotecarias de los últimos dos años, plagados de incertidumbre, cambios domiciliarios y nomadismo minimalista desacomodado. 

   En el verano de 2022 me deshice de toda la biblioteca que tenía acumulada desde el otoño de 2019. Empezaba una nueva vida, en una casa de mierda, en el barrio más chungo entre los barrios chungos. 

   Como siempre, volví a empezar de cero una nueva biblioteca, que duró hasta el otoño de 2023. En pocos meses me tuve que deshacer nuevamente de casi todos mis libros, aunque esta vez no llegaron ni al estatus de biblioteca. Demasiada incertidumbre; demasiados cambios domiciliarios en pocos meses, viviendo en estado de precariedad. 

   Pero desde la plenitud de este verano el asunto ha cambiado y da comienzo una nueva biblioteca. Y el citado libro que ahora leo por primera vez, en realidad es el segundo intento de lectura. Creo tenerlo en propiedad desde la biblioteca reiniciada en el verano de 2022. Empecé su lectura pero, por algún motivo que ahora desconozco, lo abandoné en la página 137. No fui capaz de retomar esa primera lectura y ahora, al decidir retomarla, evidentemente, no recuerdo bien todo lo leído, por tanto, tuve que empezar de cero. Cuando la termine será reseñada. Ahora sigamos adelante.

   19:34. El sol está allá, en el horizonte lejano, tapado por unas nubes de bochorno.

   Pero la temperatura ha cambiado sustancialmente. Corre un viento fresco que me ha dado una pequeña tregua. 

   Yo soy el Anónimo Sin Nombre que siempre camina por esta vía verde, a la vera del río Segura, leyendo un libro mientras camina. 

   Cesó la ráfaga de viento fresco y vuelvo a sudar como solo se suda en este páramo agrícola en las lindes entre Alicante y Murcia.


Camino sin camiseta, disfrutando el atardecer y en contacto con un poco de naturaleza.

   Hace tres lustros aproximadamente entré en contacto con las filosofías no duales de la aceptación. Desde entonces me fascinan estas posiciones filosóficas que plantean interrogantes reflexivos de gran interés para un servidor.

   La primera cuestión que más me fascina desde entonces está formulada así: nosotros, como especie, creemos inevitablemente en lo volitivo, es decir, en el presunto poder de la voluntad personal. ¿En realidad existe lo volitivo o solo se trata de una ilusión perceptiva nuestra? ¿Podemos conseguir algo gracias al poder de la voluntad personal o lo que conseguimos es independiente de esa hipotética actividad volitiva? ¿Cuando obtenemos un logro, es gracias al esfuerzo invertido o a pesar de él? ¿Será una cuestión del cincuenta por ciento?

   La segunda cuestión que más me fascina desde entonces está formulada así: nosotros, como especie, creemos inevitablemente que todo se puede mejorar. ¿Mejorar el qué, por qué y para qué? ¿Mejorar el mundo? ¿Mejorarnos a nosotros mismos? ¿No sucede a veces la paradoja de que cuanto más intentamos mejorar las cosas más las empeoramos? ¿No será que todo lo que mejora a un nivel empeora a otro nivel?


Vuelve a correr el viento fresco y empieza un precioso anochecer crepuscular.

   El lejano pero intenso olor a mierda pura del estiércol esparcido por las huertas y que pronto se convertirá en nutritiva comida vegetal ultrasaludable, se combina con el anisado y aromático olor cercano de los aceites esenciales volátiles contenidos en los hinojos a la vera del camino.

  

Y, como siempre sucede, llegaron los Illuminati reptilianos Anunnaki bilderbergianos y francmasones impregnando el cielo de chemtrails para esterilizarnos, envenenarnos, enfermarnos y dejarnos en un estado de obediencia ciega al Nuevo Orden Mundial... ¿O serán simplemente estelas de condensación formadas por la condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores?


Lo único cierto en esta vida es que, aquí y ahora mismo, las calabazas han sido recogidas.



   El banco de piedra para sentarse feneció.

No hay comentarios:

Publicar un comentario