viernes, 9 de agosto de 2024

'Los círculos de piedra' de Joan Dahr Lambert (reseña)

Acabo de leer el libro Los círculos de piedra.

   Escrito por la antropóloga y autora estadounidense Joan Dahr Lambert.

   Originalmente fue publicado en inglés en 1995. Mi ejemplar es una primera edición en la colección biblioteca de BOLSILLO de la editorial española Ediciones B de Barcelona (perteneciente al Grupo Zeta), en octubre de 1998 (antes de convertirse en un importante sello de Penguin Random House). Es una de las únicas ediciones de bolsillo que me gusta más que la edición original en tapas duras con sobrecubierta de color blanco. Se trataba de una mítica colección con las tapas azules sin solapa interna y doble tapa por dentro, también azul y del mismo material pero sin diseño, que en aquella época publicó todos los libros más emblemáticos de la literatura nueva era. Para muestra, un botón: el libro reseñado es el número 67 de la colección.

   Se trata de una novela encuadrada en la literatura de ficción nueva era que tuvo una gran popularidad en Estados Unidos durante el primer lustro de la década de 1990, aprovechando, por una parte, la ficción prehistórica inaugurada por la escritora estadounidense Jean Marie Auel (nacida Jean Marie Untinen, en Chicago, Illinois, Estados Unidos, el 18 de febrero de 1936) en su muy popular saga Los hijos de la tierra (compuesta por 6 extensas novelas publicadas entre 1980 y 2011) y por otra parte, el arquetipo de novela de ficción nueva era, The Celestine Prophecy (traducida en España como Las nueve revelaciones), publicada en 1993 y escrita por el escritor, profesor, guionista y productor de cine estadounidense James Redfield (nacido en Birmingham, Alabama, Estados Unidos, el 19 de marzo de 1950).

   El libro tiene 538 páginas y está compuesto por un prólogo, tres partes y 27 capítulos numerados con números arábigos (que a su vez se subdividen en dos o tres partes numeradas con números romanos). Las tres partes recorren tres grandes periodos diferenciados de la prehistoria, fantaseados literariamente por la autora de una manera realista y creíble en el trasfondo, con una capacidad imaginativa que me ha sorprendido mucho, consiguiendo meterme a fondo en la historia, absorbido por ella, fascinado con los personajes y atrapado por los sucesos.

   El lunes 29 de julio de 2024 me desperté raro y extraño. Por las vicisitudes de mi situación personal en la actualidad, vivo oscilaciones anímicas intensas. Un día me levanto con claridad y discernimiento; otro día me levanto aturdido y confuso. Lo único que diferencia objetivamente a un día del otro son los subjetivos estados de ánimo. Cuando me pasa lo segundo pierdo la conexión con lo que estoy leyendo, especialmente si se vuelve un tanto farragoso, como era el caso citado (deteniéndose la lectura del libro más reciente de Michel Onfray ÁNIMA en la página 263). Entonces recordé mi segunda compra de libros baratos en una librería Re-Read de Valencia hacía tres semanas. Entre los cinco libros comprados solo uno me resonó a fondo: Los círculos de piedra. Me fui por la mañana a caminar mientras daba comienzo la novela. Confiaba plenamente en la antigua y extinta colección de bolsillo de Ediciones B, pues hace un cuarto de siglo me proporcionó muchas experiencias de profunda conexión e intensas vivencias. En particular recuerdo tres referentes de la época, dos de los cuales han vuelto después por un motivo u otro a mi vida, releyéndolos en distintas etapas de mi vida: el ya citado Las nueve revelaciones de James Redfield; Las voces del desierto de Marlo Morgan; y Dios vuelve en una Harley de Joan Brady. El último fue el más flojo y menos relevante de los tres. Pero desconocía por completo Los círculos de piedra y a su autora (que no parece ser que tuviera mayor relevancia posterior, pues la información que he podido localizar sobre ella es muy escueta y en inglés). Tuve la suerte de que amaneciera nublado y con aire fresco en pleno bochorno veraniego. Así pude caminar leyendo el prólogo y la primera parte, titulada EL GRAN RIFT VALLEY EN ÁFRICA, ENTRE UN MILLÓN Y UN MILLÓN Y MEDIO DE AÑOS ATRÁS (páginas 11 a 125; capítulos 1 a 9).

   Luego veremos que tal son las dos partes restantes pero la experiencia con esta primera parte ha sido espectacular, consiguiendo la autora que me metiera a fondo en la historia, especialmente en las últimas páginas, cuando la protagonista principal, llamada Zena, inaugura intuitivamente aquello que le da título al libro, siendo una evocadora representación del origen del pensamiento mágico y las creencias religiosas por extensión. Lo más significativo a mi juicio ha sido la capacidad de la autora para que nos pongamos en la situación hipotética pero plausible de lo que vivieron nuestros ancestros, entre la plenitud del neandertal y los vislumbres del sapiens (aunque las fechas manejadas en esta primera parte están demasiado desfasadas para lo que pretende presentarnos la autora). Según los conocimientos actuales el homo neanderthalensis apareció hace, como mucho, unos 774.000 años y desapareció hace unos 40.000, pero incluso decir 774.000 años es excesivamente arriesgado, pues se considera que en realidad apareció a mitad de ese periodo prehistórico, es decir, hace unos 387.000 años. Los restos más antiguos que se han encontrado hoy por hoy de homo sapiens datan de 315.000 años, pero las evidencias más antiguas de comportamiento humano no lo hacen hasta 165.000 años atrás, por tanto atribuir entre 1.000.000 y 1.500.000 años es una exageración literaria excesiva. Otro aspecto de la novela con un inequívoco efecto literario pero ninguna evidencia histórica ni aceptación por parte de la comunidad científica es la idea de un posible matriarcado prehistórico basado en el culto a una diosa madre, que fundamenta el trasfondo argumental de toda la novela. Se trata de un mito desarrollado por el emergente feminismo de la tercera ola en la década de 1970, junto con los neopaganismos europeos reinterpretando los trabajos de la polémica arqueóloga y antropóloga lituanoestadounidense Marija Gimbutas (1921-1994), cuyas investigaciones principales estuvieron centradas en las culturas del neolítico y la Edad del Bronce, destacando su hipótesis de los kurganes, presentada en 1956 combinando arqueología y lingüística para ubicar la sede originaria de los pueblos hablantes del protoindoeuropeo y nombrando al conjunto de las culturas como "cultura de los kurganes". Incluso en todo lo que se acepta actualmente de la hipótesis de los kurganes no se acepta la idea de una "cultura kurgana" uniforme, con una transición violenta entre un antiguo matriarcado más pacífico y un posterior patriarcado ultraviolento, tal y como la presentó Gimbutas, sino que se tiende a destacar la diversidad cultural entre grupos kurganes y una continuidad centroeuropea transicional. La novela de Joan Dahr Lambert lleva el mito matriarcal prehistórico, defendido únicamente por feministas y neopaganos, hasta sus últimas consecuencias, pero lo hace con elegancia, brillantez y magnífico ejercicio literario, al menos en lo que a un servidor le incumbe y busca al leer.

   La maravillosa, evocadora y sugerente novela tan imaginativa sigue en la segunda parte, titulada DEL RIFT VALLEY A LAS COSTAS DEL MAR ROJO, ENTRE QUINIENTOS Y DOSCIENTOS MIL AÑOS ATRÁS (páginas 129 a 333; capítulos 9 a 18).

   Aunque la cronología sigue en su desfase habitual, no obstante la autora nos lleva por una nueva aventura matriarcal prehistórica imaginaria muy fascinante, donde asistiremos a ciertos pequeños (desde nuestra actual perspectiva) avances que mejorarán la calidad de vida, de nacimientos y de supervivencia de la especie, intercalando la convivencia entre sapiens y neandertales, mientras el culto a la diosa madre (presentada como "La Madre") se consolida en el círculo de piedras, apareciendo las primeras cesáreas primitivas y desarrollando nuevas técnicas como bolsas de piel para transportar a los bebés. De nuevo aparece entre los personajes protagonistas una nueva Zena que despunta ante el resto, con nombres que se van acercando más en resonancia a la idea que tenemos de la zona geográfica presentada: Oriente Medio. Vemos aparecer el conocimiento de las plantas medicinales y la única manera en que pudo desarrollarse: observando sus efectos, aprendiendo del uso que hacían los animales, probando lo que daba resultado y lo que no, aprendiendo a distinguir las plantas venenosas de las curativas y por último transmitiendo el saber adquirido a la siguiente generación. Aunque en la primera parte aparece ya el primer contacto con el fuego sin domesticar y el descubrimiento esencial que supuso para la supervivencia de nuestra especie, en esta segunda parte ya lo tienen domesticado. Otro aspecto significativo que aparece como esencia supervivencial es el apareamiento con miembros de otras tribus. Pero lo más conmovedor a mi juicio ha sido la relación de empatía entre la Zena protagonista de esta segunda parte y una pequeña gacela a la que encuentra herida. Otro apartado a destacar es cómo plasma la autora un aspecto esencial de nuestra especie: la transmisión generacional, social y tribal de los conocimientos desarrollados, tanto en el aspecto técnico innovador objetivo como en el aspecto de las creencias subjetivas que, a pesar de no tener ninguna base real ni verdadera, parece ser que han supuesto una significativa dimensión supervivencial evolutiva. En la página 256 se produce un evocador encuentro místico entre la Zena protagonista de esta segunda parte y una enorme serpiente. Aunque solo tiene una duración breve extendida a lo largo de dos páginas más, es el significativo punto de inflexión que lo cambia todo y la autora nos sumerge en la experiencia que fundamenta todo el misticismo. 20 páginas adelante aparece una de las claves prehistóricas más importantes en la supervivencia de nuestros remotos ancestros: la domesticación del fuego. Por descontado la autora se las ingenia para que el acontecimiento encaje en el argumento central de la novela, a través de un sueño que revela a la protagonista la manera de encender un fuego sin esperar a las tormentas. Durante las últimas páginas de la segunda parte reaparece de nuevo la serpiente mística anterior y se nota un aroma reminiscente a la mitología bíblica veterotestamentaria, pero reinterpretada por la autora de una manera interesante dentro del contexto presentado. Al mismo tiempo que esto sucede asistimos al nacimiento de una religión cada vez más organizada en torno a la creencia en "La Madre" como idea de diosa todopoderosa que personifica abstractamente la naturaleza y la tierra, mientras la segunda Zena protagonista establece el círculo de piedras como epicentro de toda actividad humana tribal primitiva. Así concluye la segunda parte.

   Y ya nos adentramos en la extensa recta final de la novela en la tercera y última parte, titulada LOS PIRINEOS, ENTRE CINCUENTA MIL Y TREINTA MIL AÑOS ATRÁS (páginas 337 a 531; capítulos 19 a 27).

   Evidentemente la protagonista de esta última parte también se llama Zena y veo una clara reminiscencia de conexión entre las tres como una especie de continuidad espacio temporal de causalidad, lo cual se traduce dentro de la literatura nueva era en una creencia en la reencarnación (aunque la autora, al menos de momento, no se ha manifestado explícitamente en esa posición). El comienzo es importante, pues, en conjunción con todo lo que la autora quiere mostrarnos en su concepción matriarcal prehistórica que difiere en la mayoría de cosas con la historia, el origen y el desarrollo de las civilizaciones cual producto patriarcal, escenifica literariamente una sexualidad ritualizada que no tiene ninguna relación con la monogamia derivada principalmente de las religiones abrahámicas monoteístas, donde la concepción patriarcal llegaría a su máximo esplendor consumado. Me ha sorprendido y gustado que a las pocas páginas se establezca la idea de que existían varias palabras para designar la sexualidad, dependiendo del tipo de relación que se tuviera, incluyendo una donde se une el placer con la espiritualidad. Aquí, debido a la hipotética evolución lineal de lo planteado por la autora (como si se tratara de una clara continuidad entrelazada en los extensos periodos prehistóricos de tiempo que abarca muchos milenios), ya existe una consolidación tribal del culto a "La Madre" cual religión matriarcal institucionalizada, donde cada componente de la tribu (especialmente las mujeres) cumple su función social. Pero junto con una sexualidad muy idealizada, abierta, placentera y respetuosa con la mujer, también aparece por primera vez el fenómeno deplorable pero ubicuo de la violación. Me está encantando la novela porque la autora presenta las situaciones humanas inherentes a la especie, pero no con las atribuciones conceptuales que tienen en la actualidad, intentando ponerse en la situación y la mentalidad de la presunta época, cuando aquellos ancestros literarios tienen que enfrentarse con aspectos novedosos que todavía no conocen o no forman parte de sus vidas cotidianas y vemos cómo la autora va decidiendo a cada momento abordar esas novedades poniéndose en la circunstancia de una manera que a mí me parece brillante, lo cual ha hecho que disfrute a fondo de esta buena novela. Tras la violación asistimos simultáneamente al intento de resolución colectiva consensuada del conflicto en una tribu de 30 personas, escenificándose el nacimiento de lo que muchos milenios después se conocerá como justicia. Poco a poco y sorprendido por la decisión que acaba al final tomando la mujer sabia y líder de la tribu asistimos al comienzo escenificado de la violencia de género. No me lo esperaba y así estoy avanzando anonadado en la tercera parte que concluye esta novela, con varias cosas que hacer, pero sin poder parar de leer capítulo tras capítulo, enganchado e impaciente por el desenlace al que la autora quiere dirigirnos. Brutal esta acelerada recta final que no sé si desacelerará en algún momento o directamente supondrá un accidente catastrófico como siga presionando el acelerador. De momento la tensión no para de aumentar. Y entonces llega el previsible estallido que, de manera impecable, dirige a la última Zena protagonista hacia un viaje iniciático mistérico, a través de unos bisontes y la reformulación literaria del campbelliano viaje del héroe. Pero también asistimos al comienzo de un nuevo paradigma patriarcal donde, en otras tribus belicosas y ciertos personajes secundarios, las cosas son muy diferentes.

   El libro se despide con las NOTAS DE LA AUTORA (páginas 533 a 538) donde nos lo aclara todo en relación a las tres partes y la cronología desfasada a la que me remití al comienzo de la reseña. Me equivoqué: en realidad resulta que los personajes protagonistas de la primera parte son Homo habilis tardíos u Homo erectus primitivos. Los de la segunda parte se sitúan cronológicamente entre el Homo erectus tardío y el Homo sapiens. La tercera parte se centra en el Homo sapiens denominado en ese estadio Cro-Magnon, pero también aparecen algunos neandertales. La autora decide también en cada parte explicar detalles históricos importantes que ha decidido introducir en la novela para contextualizar, de una manera muy especulativa pero intentando acercarse a los hechos. Si bien la novela ha sido muy fascinante, estos detalles de las últimas cinco páginas han hecho que todavía me fascine más si cabe.

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