jueves, 8 de mayo de 2025

Mis 3 descubrimientos para el cumplimiento de la quinta década

Ayer, como ya manifesté, fue mi cumpleaños. Para celebrarlo alquilamos un MG automático (desde que conduje mi primer coche automático de alquiler no he podido volver al cambio manual) unos días antes, en la oficina de Record go que hay en la Avenida de la Estación, Alicante. Hemos alquilado unas cuantas veces allí y estamos muy contentos por muchos motivos (facilidades de recogida y devolución, precios, ofertas, disponibilidad amplia de vehículos y el excelente trato).

  Nuestro último vehículo en propiedad fue un viejo Renault Megane de 2004 bastante cascado, que compramos de segunda mano en marzo de 2020 (un día antes de que se decretara el confinamiento por la pandemia de covid) y nos duró hasta septiembre de 2022, cuando acabó en el desguace. Desde entonces no hemos vuelto a comprar ningún coche y siempre usamos la magnífica opción del alquiler. Y al estar tan contentos con Record go ni siquiera nos hemos planteado otras opciones.

   Así que ayer, en lugar de coger el tren Avant como siempre, cogimos el MG ZS automático de alquiler y nos fuimos a Guardamar del Segura y luego Elche. El motivo de elegir Elche en lugar de Alicante fue porque allí está nuestro restaurante vegetariano favorito.

  Nuestra situación alimentaria es un poco compleja, pues mi mujer es ovolactovegetariana y alguna vez come algo de pescado, pero yo soy vegetariano estricto. Y tú dirás: "pues vas a un restaurante vegano, que ahora están muy de moda, y arreglado". Sí, a priori podrías tener razón, pero hay otro problemilla: la restauración vegana suele estar enfocada a dar una solución al tema de los conflictos éticos con los animales, pero en realidad quieren seguir comiendo normal, por tanto acaban centrados en crear sucedáneos ultraprocesados de los alimentos de origen animal. Mi situación es diferente, pues no como carne, pescado, lácteos ni huevos por el mismo motivo que la mayoría no come cucarachas, escarabajos, ratas, perros o gatos: o bien les repugna o bien no lo ven como comida, aunque sean animales perfectamente comestibles. Por eso en mi caso tampoco es suficiente con que todo sea de origen vegetal y arreglado, pues busco alimentarme de manera lo más saludable posible debido a varios motivos personales, íntimos y complejos, así que, inspirado por el excelente dietista-nutricionista y divulgador español Julio Basulto Marset (si te interesa lo más mínimo la alimentación y tu salud te aconsejo encarecidamente leer sus magníficos libros sin dudas ni medias tintas), sigo una alimentación cuando menos peculiar. Y todo este rollo para explicarte lo de Elche: al salir de casa y pasar todo el día fuera, la comida es un poco odisea, pues lo que ofrece la restauración en general no suele ser muy halagüeño que digamos.

   En Elche hay un restaurante llamado Quinoa que es otro asunto muy distinto. El dueño, miembro de la RedGFU, la primera escisión cismática de una organización sectaria fundada el 21 de marzo de 1948 por el astrólogo y escritor francés Serge Raynaud (1916-1962) en Caracas, Venezuela, abrió el restaurante en 2008 con la intención de ofrecer una experiencia gastronómica vegetariana y saludable diferente al público. Aquí es donde podemos ver la importancia que tienen las cosas en la vida, dependiendo del enfoque, el uso y la implicación que tengamos, pues si bien para unas personas la GFU puede ser una secta destructiva y perniciosa, para otras es el sentido de sus vidas, como sucede con cualquier movimiento religioso, esotérico, oriental o espiritual. Y en este caso, a las personas como yo se nos ofrece, a través de la restauración inspirada, dirigida, controlada, o lo que sea, por cualquier organización GFU (Gran Fraternidad Universal), la posibilidad de comer opciones vegetarianas lo más saludables posible.

   Y allí, en el restaurante Quinoa, he tenido mi primer descubrimiento inesperado, pues el dueño, simpático, afable, abierto de mente, no solo nos ha ofrecido un excelente servicio y mejor cocina, sino que también tenía una pequeña biblioteca personal por si a los clientes nos apetece leer mientras disfrutamos sus exquisitos platos.

   Como ya habrás imaginado, tengo un "radar" lectobibliófilo "instalado de serie" en mi cabeza, así que enseguida he descubierto la escueta pero interesante biblioteca. Y allí tenía el mejor libro que a mi juicio escribió el fundador de la primera GFU, Serge Raynaud (su nombre real, el "De la Ferrière" se lo añadió como pseudónimo después): YUG YOGA YOGHISMO. UNA MATESIS DE PSICOLOGÍA. La primera edición en castellano apareció en junio de 1969, 7 años después de la prematura e inesperada muerte del autor. Esta era una traducción al castellano publicada en forma de autoedición por la GFU Línea Solar (primera escisión con sede en México) en aquella época, actualmente RedGFU, en abril de 1988.

   Compré un ejemplar de este libro y edición por primera vez en algún momento de 1996, un año después de empezar desatado como lectófilo empedernido. En aquel momento, debido a mi estrecho interés por el orientalismo y la espiritualidad, me fascinó muchísimo y durante un breve periodo de tiempo tomé a Serge Raynaud como referente. Incluso fui a la sede que tenía la GFU Línea Solar en Alcoy para practicar hatha yoga unos meses. Luego investigué más a fondo y mi primera fascinación se disolvió cual terrón de azúcar en agua caliente, al descubrir, por una parte, la verdad de las mentiras entretejidas por el fundador y sus adeptos mas cercanos, como suele pasar con estos grupos sectarios a menudo, pero por otra parte descubrí que la información contenida no es rigurosa y tampoco se sostiene ni con pinzas, siendo un pastiche sincretista de ideas orientales, religiosas y esoterocultistas descontextualizadas, muy típicas de la literatura nueva era, aunque esa opinión es algo muy personal y subjetiva, que unas personas compartirán conmigo pero otras no, bien por afinidad, bien porque sus vidas tienen sentido y significado gracias a su maestro, gurú, líder y mentor. 

   Simplemente decir que desde entonces le he tenido mucho cariño a este libro en esa edición concreta (como mínimo hay una primera edición en rústica de 1969, otra en tapas duras de 1974 y nuevamente en rústica de 1980, publicadas las 3 y otras más después por la fabulosa editorial mexicana Diana) y nunca tuve la suerte de encontrar un ejemplar intacto y como nuevo. El que compré hace 29 años, a pesar de ser nuevo, estaba bastante más destrozado, así que al ver este ayer en el restaurante Quinoa me enamoré al instante y quise comprarlo. La amable chica que nos atendía dijo que debía consultarlo con el dueño y tras aparecer, me lo vendió sin problema por un módico precio: 10 euros.

   Mejor no podía empezar mi primer descubrimiento inesperado en el simbólico día de mi cincuenta aniversario, si contamos que los ejemplares al alcance en internet no suelen bajar de los 30 euros (alguno hay de 20 pero no es fácil de encontrar) y llegan fácilmente a los 50, 70, 110 o 125 euros sin problema. Aunque hablamos de las ediciones de Diana, que son bastante mejores que la autoedición española conseguida ayer, también hay algún que otro ejemplar de esta última autoedición que tiene los precios disparados por ser un libro descatalogado hace varias décadas.

   Como ya estábamos en Elche, quise visitar alguna librería allí, pero era mediodía y estaban cerradas hasta el comienzo de la tarde. Teníamos una cita en Murcia para finalizar mi cumpleaños, antes de que mi mujer entrara al turno de trabajo, así que decidí echar un vistazo en la sección de librería de El Corte Inglés más cercano.

   Aunque llevo las mismas 3 décadas de lectofilia dedicado a la amplia exploración de la espiritualidad como principal interés personal, incluyendo especialmente religiones y esoterocultismo (con una distancia mayor del movimiento nueva era, que no me convence nada ni tampoco me gusta un pelo tras haberlo investigado a fondo), no obstante nunca había experimentado lo que estoy experimentado en la actualidad, a raíz de la llamada metamakgia. 

   Sí, es cierto que siempre me llamó la atención la que considero la disciplina, filosofía o "ciencia" oculta (como se le llamaba en el Renacimiento europeo) más importante a mi juicio: la magia. Como desde el siglo XIX esta palabra se confunde con el ilusionismo y la prestidigitación, decidí llamarla magia ocultista para distinguirla. Algo similar hizo el mago ceremonial y referente británico de la primera mitad del siglo XX Aleister Crowley (1875-1947), cuando inventó el concepto magick en inglés. La k final distinguía una disciplina de la otra, pero lo que encaja perfectamente en inglés no lo hace en castellano, así que tiene mala traducción y queda fatal en nuestra lengua: las 2 acepciones que se han barajado son magia(k) o directamente magiak y makgia. Esta última acepción es mi favorita y la que siempre uso. Fue propuesta recientemente, hace casi 7 años, por Jonathan Marqués, traductor español, prologuista y el mayor especialista en Crowley a mi juicio (con permiso de Frank G. Rubio y Javier Calvo Perales) en su magnífica traducción para la primera edición en castellano del mítico libro inédito LAS CONFESIONES DE ALEISTER CROWLEY (Valdemar, Madrid, 2018). Para más información si te interesa el tema, especialmente los motivos de la elección y creación a nivel lingüístico del nuevo concepto makgia, consultar la introducción de Marqués en esa obra maestra que por fin se dignó a traducir y publicar una editorial española (y no podía ser otra que Valdemar en su legendaria colección Intempestivas).

   Como iba diciendo más arriba, hace 3 décadas descubrí por primera vez la magia ocultista y me gustaron mucho las ideas que la sustentaban, pero al ponerla en práctica todo se quedaba en pura y dura subjetividad, así que me fui distanciando de ella hasta tener un interés únicamente intelectual. Pero a finales de 2023 todo empezó a cambiar y ahora estoy metido a fondo con una implicación tan grande y absorbente que decidí abandonar todos mis proyectos para dedicarme a una visión particular, subjetiva y muy personal que llamé metamakgia. Tan grande ha llegado a ser la absorción que incluso decidí dejar este proyecto, pero al final no lo hago, debido a la inesperada respuesta positiva que ha tenido el blog literario.

   Eso sí: es probable que, hasta que me recupere un poco de la absorción, los descubrimientos literarios y las reseñas de libros leídos se centren bastante o exclusivamente incluso en todos los temas relacionados, como hoy queda patente. Os pido paciencia, queridos lectófilos, queridas lectófilas, especialmente si no os interesan estas "frikadas", pues antes o después recuperaré la normalidad literaria.

   Dicho lo cual como aviso, vamos con los 2 descubrimientos que hice ayer en El Corte Inglés de Elche.

   Lo primero fue un libro tan alucinante que todavía no he salido de mi asombro. La Cábala está considerada algo así como la tradición oculta y esotérica del judaísmo. Cuando te interesa la espiritualidad y las heterodoxias religiosas, así como el esoterocultismo y la magia ocultista en particular, la Cábala es ineludible. Pero todo lo que se ha popularizado y/o vulgarizado en Occidente y el movimiento nueva era bajo el reclamo de "cábala", desde mediados y finales del siglo XIX, no lo es ni de broma. El primer vulgarizador que la popularizó fue el mago ceremonial y escritor francés Éliphas Lévi (1810-1875), al que siguieron otros como Samuel Lidell Mathers (1854-1918), que usaba el pseudónimo "MacGregor", Gérard Encausse (1865-1916), que usaba el pseudónimo "Papus", Violet Mary Firth (1890-1946), que usaba el pseudónimo "Dion Fortune", o el mismísimo Aleister Crowley (1875-1947). Evidentemente todos ellos no son autores serios ni transmisores autorizados de la verdadera tradición cabalística, como puso de manifiesto el mayor erudito en Cábala del siglo XX, reconocido unánimemente: el filólogo e historiador israelí Gershom G. Scholem (1897-1982). 

   Cuando intentamos indagar un poco en la Cábala, si somos serios y nos atenemos a sus textos doctrinales sagrados (véase la extensa obra angular, el Zohar o el Sefer Yetzirah, entre otros), veremos que el asunto es más serio y complicado de lo que parece a primera vista. No es nada fácil entender la verdadera Cábala y requiere de un estudio comprometido con autores serios y especializados de verdad en el asunto, por eso hay que huir como de la peste de sincretismos nueva era descontextualizados, que lo único que conseguirán es confundirnos y perdernos.

   Para ello tenemos una gran suerte los lectófilos hispanoparlantes interesados, pues la editorial española pionera Ediciones Obelisco (a pesar de toda la "basura" nueva era y conspiranoide que publica a mi juicio), tiene una importante colección significativa que representa un hito en el mundo de la edición en castellano para los interesados en el misticismo judío (otro nombre para la Cábala): la Colección Cábala y Judaísmo. Haberla la habrá (o es posible que la haya), pero jamás he visto una colección tan seria, profunda y autorizada sobre autores cabalísticos clásicos y tradicionales que escribieron los mejores tratados sobre el asunto, eso sí, nada aptos para principiantes en la cuestión.

   A pesar de la dificultad que entraña para un lectobibliófilo empedernido como servidor, acostumbrado a la lectura de ensayos difíciles sin problema, me fascina el estudio serio de la Cábala y si bien siempre tengo en cuenta los libros únicos de esta colección citada, no obstante ayer lo que vi ahí, esperándome en la escueta librería de El Corte Inglés ilicitano, me dejó patidifuso. Todavía no he salido de mi asombro por la rareza y extravagancia tan sorprendente que encontré, incluso dentro de las peculiares creencias que caracterizan a la Cábala (y que, por descontado, el judaísmo ortodoxo rechaza con vehemencia).

   Y para completar un cumpleaños redondo encontré también una edición barata, en una preciosa colección de Edaf, otra de las editoriales pioneras en España en la publicación de libros sobre espiritualidad, orientalismo y esoterocultismo. En este caso pasamos de Israel a Japón y un recopilario de los siempre instructivos y divertidos breves cuentos zen tradicionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario