Según expone el autor ruso Vadim Zeland en la breve introducción a su primer volumen de la colección Reality Transurfing, "Existen muchos libros que enseñan cómo conseguir el éxito, ser rico, ser feliz. Es una perspectiva muy seductora, ¿quién no desea todo eso? Pero cuando uno abre las páginas de esos libros, lo único que ve son ejercicios, técnicas de meditación, trabajo sobre uno mismo, que te quitan las ganas de hacer cualquier cosa" (página 7).
Desde el principio este peculiar y curioso autor ruso esquivo afirma algo que me resuena del todo y a mi juicio es de la mayor importancia: la idea de cambiarte a ti mismo está equivocada y te llevará a realizar esfuerzos inútiles y condenados al fracaso. Durante tres décadas he estado metido en los "mundillos" de la espiritualidad y temas afines donde precisamente se afirma lo que Zeland desmiente. Y hoy creo estar en condiciones de ver la cuestión con suficiente perspectiva. ¿De verdad la autoindagación y el autoconocimiento llevan al autoperfeccionamiento? ¿Existe algo así como el autoperfeccionamiento?
Como afirma Zeland, "Es posible que no estés del todo satisfecho contigo mismo, pero en el fondo de tu alma no tienes ningunas ganas de cambiar. Y haces bien. No has de creer a nadie que te diga que eres imperfecto. ¿Quién sabe cómo deberías ser? No hay que transformarse. La salida no está donde la buscas" (página 8).
Podría ser, podría no ser... ¿Quién sabe? Un servidor no lo sabe. No tengo ni idea de si esto es así o no, pero la experiencia vital probando, analizando y contrastando me indica que, tal vez, el autor ruso está diciendo algo, como mínimo, interesante y a tener en cuenta para reflexionar y poner a prueba. ¿Lo has hecho?
Una de las cosas más curiosas cuando empecé a leer libros de orientalismo, de esoterismo, de ocultismo... en la segunda mitad de 1995 y empecé a practicar relajación, visualización, meditación, proyección astral, yoga, chi kung, etcétera, fue esa idea del autoperfeccionamiento siempre presente en el trasfondo. Se suponía que había algo mal en nosotros y era necesario cambiarlo. Pero el choque desincronizado con la realidad empezó a mostrar sus evidencias cuando me di cuenta de que absolutamente nadie cambiaba a ningún nivel, empezando por mí el primero. Podían cambiar ideas, actitudes, creencias, enfoques, conductas... Cambiaba, sin duda, el cuerpo por el tiempo, hasta llegar a ser bastante irreconocible, pero en el trasfondo siempre permanecía una especie de "núcleo central" de personalidad (o lo que sea) particular que nunca cambiaba. ¿Se trata de aquello que manifiesta una singularidad vital concretada específicamente durante un tiempo de vida?
Luego continúa Zeland en la recta final de la introducción detallando que: "No haremos ejercicios, ni meditaciones ni autoanálisis. El Transurfing no es una nueva metodología de autoperfeccionamiento. Es un modo muy distinto de pensar y actuar a fin de poder recibir lo deseado. No se trata de conseguir o de lograr, sino precisamente de recibir. Y no se trata de cambiarse a uno mismo, sino de volver hacia sí mismo" (página 8).
Nada puede ser más importante para mí que lo expuesto más arriba cuando investigo un método nuevo o desconocido, pues tras casi tres décadas practicando la diversidad de métodos psicológicos, espirituales o de autoayuda que existen (tanto científicos como pseudocientíficos) no he sacado nada en claro. Pero nada de nada. De ahí mis dudas iniciales cuando llegó el primer volumen del Transurfing a mi vida el 8 de julio de 2024 (lo compré en una librería París-Valencia de Valencia, España), dejándolo "aparcado" hasta el reciente 3 de septiembre de 2024, cuando presentí con mucha fuerza que había llegado el momento de abordarlo. Esas dudas provienen de haber leído el libro TAFTI LA SACERDOTISA a principios de 2021 y haber puesto en práctica la metodología propuesta. Al final se convirtió en lo mismo que cualquier otra metodología religiosa, espiritual o psicológica: no me sirvió para nada. ¿Tienen alguna utilidad real y objetiva las metodologías? ¿Es posible obtener algún cambio o transformación con la práctica de métodos? ¿Llevan a algún sitio esos métodos y prácticas o todo es una mera quimera ilusoria y subjetiva?
Por eso fue una gran alegría para mí que el autor ruso afirmara desde la breve introducción de 2 páginas que en el Transurfing no habrá ejercicios, meditaciones ni autoanálisis. De momento es cierto en lo que atañe al primer volumen, pero... ¿Seguirá siendo cierto en los 4 restantes o acabará Zeland sucumbiendo a las necesidades de sus lectores y fieles seguidores? Porque me da la impresión de que los autores que inventan métodos de autoayuda añaden partes prácticas básicamente para satisfacer a sus potenciales clientes y velar por el negocio, ya que hacer algo práctico da la sensación de mayor seguridad creyente sesgada en el cambio y la transformación. No hay más que ver la defensa apologética que cualquier creyente de cualquier ideología religiosa, espiritual, psicológica o de autoayuda hace, poniendo siempre el énfasis en la vivencia práctica de un método o de unas enseñanzas. ¿Crees sinceramente que alguien es capaz de cambiar, transformar o mejorar algo, en sí mismo y/o en el mundo, tras pasar 50 años practicando horas de meditación a diario, por ejemplo?
Siempre he tenido la sensación subjetiva de que una verdadera transformación interior implica una comprensión disruptiva repentina e independiente de cualquier esfuerzo personal metodologizado que hagamos, lo cual acaba siendo contraproducente. Mis dudas escépticas ante cualquier método o práctica es que, según lo que he podido comprobar personalmente, su implementación en el día a día implica una desensibilización neuronal adaptativa ante la exposición continuada y por tanto, una automatización mecanizada. Me parece que cuantos más años llevemos de práctica comprometida, mayor inconscienciación automatizada generaremos.¿No será que, a lo mejor, los métodos y las prácticas derivadas de cualquier sistema de creencias lo único que hacen es inconscienciar y volver mucho más automatizado y mecánico lo que en principio queríamos desautomatizar para volvernos conscientes? ¿No será, tal vez, otro el camino?
Una cosa de lo más interesante a mi juicio ha sido la explicación (cierta o falsa) que Vadim Zeland le da al descubrimiento del Transurfing, mediante un curioso sueño con un parque natural maravilloso y cierto guarda barbudo del parque que le explicó el presunto "secreto" de la vida: todo es cuestión de elección. La clave es tomar una elección a cada momento, pero, según le explica el guarda, no sabemos lo que significa la idea "tomar una elección". Enfatiza luego Zeland que elegir no es lo mismo que desear. De ahí que los sueños no se cumplan a su juicio. El deseo no es equivalente a tomar una elección. Interesante el asunto. Parece ser que tras despertarse del extravagante sueño y transcurridos unos días, le vino a la cabeza el concepto Transurfing y ciertas explicaciones que le dio el guarda del parque en el sueño pero él no recordaba tras despertar.
La idea en el trasfondo es algo que me resuena y mucho tras haber pasado años estudiando y revisitando la concepción del taoísmo filosófico que, al aplicarla (cuando he podido aplicarla al estar lúcido y consciente) con discernimiento y como actitud vital, siempre me ha dado resultados inequívocos: conseguir lo que deseamos sin esforzarnos ni luchar por obtenerlo, sino pidiéndolo y olvidándonos de ello. Esa fascinante idea me ha conectado y gustado desde el principio. ¿Es posible algo así o solo se trata de una quimera más?
Desde la página 17 hasta la página 38 (final del primer capítulo) el libro se centra en un apartado titulado Adivinanza del guarda. La adivinanza está expuesta una página antes así: "Cualquier ser humano puede obtener la libertad de elegir todo lo que desea. [...] ¿cómo hallar esta libertad? Si lo adivinas, tus manzanas caerán al cielo" (página 16). A partir de ahí el autor ruso especula un instante con la idea de que las manzanas caigan al cielo, no del cielo, como algo imposible. ¿Cómo puede ser? Entonces se mete en el quid de la cuestión durante las siguientes 22 páginas.
Primero se centra en explicar las diferentes versiones del destino como enfoques parciales que tomamos en forma de modelos explicativos. ¿El destino está predeterminado y da igual lo que hagamos o hay libre albedrío y debemos luchar por lo que es nuestro? ¿Será cuestión de karma y malas o buenas acciones en las vidas pasadas que tienen su castigo o recompensa en esta vida? El perspicaz autor ruso le da una respuesta curiosa y muy interesante a mi parecer: cada enfoque o modelo es solo una explicación subjetiva que está tanto acertada como equivocada. Depende de la elección que hagamos y decisión que tomemos. Pero todas las explicaciones tienen derecho a existir. Así, para quien todo está determinado como para quien todo debe ser producto del esfuerzo y la conquista, acaba siendo lo que ha decidido, al obrar en consecuencia a su enfoque o modelo elegido, consciente o inconscientemente. Arreglo a mi experiencia tengo la sospecha subjetiva de que podría suceder así el asunto, si no en todo lo que nos pasa, sí al menos en parte de lo que nos pasa, pero también podría equivocarme. He realizado suficientes pruebas sobre la actitud que adoptamos y lo que sucede alrededor, tanto a favor (en positivo) como en contra (en negativo). ¿Se trata solo de anécdotas personales o podría ser algo más objetivo si la mayoría hiciera el experimento?
Lo que más me gusta de Vadim Zeland y su propuesta "transurfera" es desmentir esa idea de que somos imperfectos como somos o de que estamos incompletos y debemos completarnos puliendo o perfeccionando nuestros errores, fallos, imperfecciones, equivocaciones, o como lo dice él, "defectos y vicios". Llevo años preguntándome: ¿De dónde sale esta peculiar idea de las imperfecciones a cambiar, superar o mejorar? ¿Es cierta o simplemente es otra especulación humana sin fundamento? ¿No será un invento ideológico destinado a vender algo o a convencer a sus potenciales creyentes? ¿Es verdaderamente posible cambiar, transformar, mejorar, perfeccionar algo en nosotros y en el mundo o más bien se trata de quimeras ilusorias que nos mueven y mantienen la sociedad en marcha? ¿Qué serían, entonces, esas imperfecciones; quién define, entonces, esas imperfecciones y, sobre todo, en base a qué principios o postulados deberíamos perfeccionarlas, o qué validez objetiva tendrían esos principios o postulados?
Entonces vienen los postulados o principios del modelo teórico que representa el Transurfing. El primero y más importante como fundamento del MODELO DE LAS VARIANTES es este: "La realidad posee una infinita variedad de las formas de manifestación" (página 23). "La multiplicidad de las variantes es la principal y fundamental propiedad de nuestro universo" (página 23). Para llegar ahí antes explica que: "cualquier teoría representa únicamente un aspecto de la manifestación de la realidad polifacética" (página 21). Pero también nos insta a prestar atención a lo que está ocurriendo: "tu elección siempre se realiza. Lo que eliges es lo que obtienes" (página 21). "Obtenemos lo que elegimos" (página 22).
Aquí entramos en un resbaladizo terreno que se asemeja a las gratuitas afirmaciones del Nuevo Pensamiento y su reinterpretación más reciente: la llamada "ley de la atracción". Pero cuidado, no caigamos en el error, pues aunque lo que el autor ruso expone puede parecer similar en un juicio apresurado y superficial, en realidad es muy diferente, usando, incluso, explicaciones semejantes sobre el funcionamiento "materializador" de los pensamientos. Esta explicación de Zeland y lo que pone de relieve es certera a mi juicio, ya que: "En sus intentos de alcanzar la verdad, el hombre siempre ha aspirado a comprender la naturaleza del universo, examinando sus aspectos aislados" (página 22). Sí, ahí es donde siempre me ha chirriado cualquier explicación filosófica sobre la realidad, sea materialista (la materia crea la conciencia), sea idealista (la conciencia crea la materia). ¿Y si ambas explicaciones tuvieran razón a cierto nivel, o mejor todavía, si ninguna explicación tuviera razón a ningún nivel?
El énfasis para mí se encuentra en la idea de intentar "comprender la naturaleza del universo examinando sus aspectos aislados". Pues... ¿Cómo podemos comprender una totalidad sin examinar esa totalidad en sí (bien porque no somos capaces debido a nuestras limitaciones inherentes, bien porque el enfoque o modelo usado es limitado en sus planteamientos) sino solo desde una perspectiva reducida y aislada? ¿No será que entonces se nos está escapando algo?
Cualquier manifestación perteneciente a la pluralidad de las manifestaciones (incluso la misma pluralidad) es tratada por el autor ruso como punto de referencia de los diferentes sectores del conocimiento que, no obstante, obvian esa pluralidad poliédrica para quedarse con manifestaciones aisladas como si fuera toda la verdad, lo cual limita los conocimientos y reduce la información disponible. "La pluralidad de las variantes sirve como punto de referencia, así como el cero en la escala de coordenadas" (página 23). Así llegamos a las formas de manifestación de la realidad, aceptando que deben tener un origen. "El origen se revela como el movimiento de la materia en el espacio-tiempo. Este movimiento se somete a determinadas leyes. Como bien sabes, los puntos se sitúan en el gráfico de las funciones según una fórmula matemática determinada" (página 24). Pero las leyes y las fórmulas, como reconoce Zeland a continuación, no son más que inventos humanos para facilitar la comprensión. Es muy improbable que existan en la realidad objetiva, o como él dice: "Es muy poco probable que la naturaleza las guarde en alguna parte" (página 24). Pero la posición de los puntos en el gráfico también se puede fijar "[...] como una grandiosa e infinita cantidad de las coordenadas de todos los puntos [...] Si dividimos una línea de funciones en los puntos mínimos infinitos, a cada punto se le puede considerar como causa y al que le sigue, como consecuencia. Como resultado, cualquier movimiento de un punto material en el espacio y tiempo se puede imaginar como una larga e incesante cadena de causas y consecuencias infinitamente mínimas" (página 24).
Ello nos lleva al entendimiento final del MODELO DE LAS VARIANTES, donde "[...] los datos de todos los puntos de movimiento posibles de la materia se guardan en algún campo de información al que llamaremos espacio de las variantes" (página 24). "El espacio de las variantes es una estructura de información absolutamente material" (página 24), convirtiéndose en "[...] un campo de información infinito que contiene todas las variantes posibles de cualquier acontecimiento que pueda producirse" (página 24). Este modelo zelandiano es de lo más fascinante, peculiar y curioso (aunque solo sea un modelo más de tantos), pues cuando empezamos a trabajar con él genera una serie de sensaciones inequívocas a nivel mental. ¿Son únicamente subjetivas esas sensaciones o pueden tener algo de objetividad útil para ciertos propósitos? Eso mismo me propongo investigar (y en ello estoy) desde el 3 de septiembre de 2024.
"El espacio de las variantes sirve de patrón, de sistema de coordenadas de cualquier movimiento de la materia en el espacio-tiempo" (página 25). Luego, el autor ruso usa una metáfora muy interesante a nivel práctico, con la cual ya trabajé en cierta versión, al estudiar las doctrinas hinduistas del Vedanta Advaita hace tres lustros y que luego usé en un proyecto vital desarrollado para indagar sobre la actitud y sus efectos en la vida cotidiana: "Para facilitar la comprensión, diremos que una variante está compuesta del escenario y los decorados. Los decorados son la imagen exterior o la forma de manifestación; y el escenario, el camino por el que se mueve la materia. Para más comodidad, podemos dividir el espacio de las variantes en sectores, cada uno de los cuales tiene su escenario y sus decorados" (página 25). Mi metáfora hacía referencia al "teatro" y nunca fue tan buena ni completa como la de Zeland. Pero enseguida viene otra idea significativa, la de las líneas de la vida donde los sectores del destino se enfilan. "Los escenarios y los decorados de los sectores en esa línea son más o menos similares" (página 25). Pero a continuación viene lo verdaderamente interesante del modelo teórico propuesto por el Transurfing zelandiano: nuestra vida transcurre en una dirección, hasta que sucede algún acontecimiento que cambia el escenario y los decorados. Entonces pasamos a otra línea de la vida y el destino cambia (según la explicación del modelo "transurfero").
"La realidad se revela en toda su diversidad precisamente por eso: porque la cantidad de las variantes es infinita" (página 26). Esto explicaría, según el autor ruso, que la realidad se desarrolla arreglo a la línea de la vida que hemos elegido como punto inicial. Por tanto toda la idea que cimenta el Transurfing es la posibilidad de cambiar la elección cuando así lo decidamos, pues se supone que cada uno obtiene lo que elige. Se trata de una perspectiva como mínimo seductora, independientemente de que sea cierta o una simple quimera ilusoria. ¿Podría tener razón Vadim Zeland y el modelo del Transurfing? Me parece que la única manera de averiguarlo es poniendo en práctica el modelo y valorando los resultados obtenidos. ¿Da resultados? ¿Son objetivables esos resultados, en caso de darlos, o solo se trata de efectos subjetivos? Y de ser solo efectos subjetivos... ¿Qué nivel de satisfacción personal hay entre lo elegido en lo ideal y lo conseguido u obtenido en lo real?
La frase clave del Transurfing es: hacer la elección.
"La emisión de energía mental materializa la variante potencial" (página 29). Para este modelo estudiado aquí resulta que los pensamientos tienen gran influencia sobre nuestro destino (aunque Zeland nunca llega a las afirmaciones de "la ley de la atracción"). Que la actitud adoptada tiene efectos visibles es algo incuestionable para mí, pues llevo tres lustros poniéndolo en práctica a diario (unas veces conscientemente y otras muchas veces de manera inconsciente, arrastrado por las circunstancias de lo que estoy viviendo, siendo en este último caso donde se ve con objetividad el efecto visible). "Las personas están acostumbradas a que su actitud conlleve efectos visibles y de explicación bastante fácil. La influencia de los pensamientos se revela de modo invisible, por lo cual es inexplicable e impredecible. [...] Cada hombre camina por su línea de la vida. Al mismo tiempo todas las personas viven en el mismo mundo. El mundo material es uno para todos, pero la realización particular es propia de cada uno" (página 30).
"Para nuestro objetivo será suficiente aceptar que la energía de los pensamientos humanos es completamente material. La energía de los pensamientos no gira de modo cerrado en la cabeza de un hombre, sino que se propaga en el espacio y actúa de forma recíproca con el campo de energía circundante" (página 31). Según el modelo materialista esto es imposible, pues la "energía" en este contexto solo es un concepto místico inverificable y del cual nunca se ha podido demostrar su existencia. De todas formas, según afirman los divulgadores científicos, la posible "energía" mental es de tan baja frecuencia que no puede hacer nada ni afectar a nivel alguno a la material. Mucho menos "materializar" nada. ¿Puede o no puede? ¿Es posible que algún modelo acierte y el resto se equivoquen? ¿Quién sabe a ciencia cierta cómo funciona el mundo y la realidad, si ni siquiera existe un acuerdo general sobre qué es la mente o incluso si existe?
Pero todavía nos esperan sorpresas antes de terminar con el MODELO DE LAS VARIANTES: "Mantente concentrado en tus problemas... y estos estarán presentes siempre en tu vida. Esto sucede porque diriges tus actividades hacia el cambio de la situación en la línea corriente, pero no puedes cambiar el escenario en el espacio de las variantes. Lo único de lo que eres capaz es de elegir otro escenario. Al tratar de cambiar los momentos indeseables en el escenario, estás pensando precisamente en lo que no te gusta. De este modo tu elección se realiza con éxito y obtienes lo que no quieres (página 33). ¿Tiene alguna lógica y sentido lo afirmado aquí? ¿No será la única manera de saberlo poniéndolo a prueba?
"Del destino no se huye. En cierto modo esto es verdad, pues resulta imposible cambiar el escenario de la variante. Luchar contra el mundo circundante para cambiar el propio destino es una labor difícil y poco agradecida. No vale la pena tratar de cambiar el escenario; simplemente puedes elegir la variante que más te guste" (página 34).
"Puedes elegir tu propia felicidad, en vez de luchar por ella" (página 37). ¿Puedes elegir tu propia felicidad, en vez de luchar por ella?
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