Escrito por el historiador y magnífico escritor israelí Yuval Noah Harari, nacido el 24 de febrero de 1976 en Kiryat Atta, Distrito de Haifa, Israel. Eminente catedrático en el departamento de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén e investigador muy reconocido de la prestigiosa Universidad de Cambridge, en Inglaterra, Reino Unido, Harari saltó a la fama en 2014 tras la publicación de su libro Sapiens. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Publicado por el sello editorial del Grupo Penguin Random House, DEBATE, el 4 de septiembre de 2014, se convirtió rápidamente en un superventas instantáneo. La traducción al castellano y su publicación fue simultánea en 64 idiomas (aunque la edición original se publicó en hebreo en 2011). Hoy es considerado uno de los libros más influyentes de la última década. Ha vendido la friolera de 23 millones de ejemplares y ha sido traducido en total a 65 idiomas. Dos años después llegó Homo Deus. Breve historia del mañana. Publicado nuevamente por DEBATE el 6 de octubre de 2016, fue una especie de continuación tan interesante como inquietante, de su primer éxito internacional, explicando por primera vez de manera divulgativa y comprensible para cualquiera lo que son los algoritmos o el big data y cómo funciona el asunto, cuando todavía no se hablaba tanto de ello y nadie entendía lo que estaba pasando en internet y las redes sociales o con los dispositivos tecnológicos más avanzados. Por último hasta hoy publicó 21 lecciones para el siglo XXI, de nuevo traducido por DEBATE, el 30 de agosto de 2018, cerrando una especie de trilogía pasado-futuro-presente, con 21 ensayos donde exploraba los retos tecnológicos, políticos, sociales y existenciales a los que nos tenemos que enfrentar en este siglo.
A pesar de haberse dado a conocer y volverse un fenómeno social tras la publicación internacional de Sapiens a finales de 2014 (hace ahora una década cumplida), Harari ya era un historiador, investigador y escritor consolidado desde 2004, tras especializarse y escribir sus tres primeros libros (entre 2004 y 2008) sobre historia militar y medieval.
Mi ejemplar es una reciente primera edición que salió a la venta el 10 de septiembre de 2024, publicado por el mismo sello editorial que publicó sus otros tres libros anteriores que le han dado todo el reconocimiento al autor: DEBATE, en la colección DEBATE HISTORIA. Se trata de una de las editoriales más prestigiosas y fiables en la publicación de ensayos sobre historia, política, filosofía y divulgación científica. Fue fundada en 1977 en Madrid. Tras convertirse en un sello de Penguin Random House Grupo Editorial (primero fue adquirida por el Grupo Bertelsmann de Alemania en 1994, pasando en 2001 a Random House, su división editorial, y finalmente a Penguin Random House Grupo Editorial en 2013, tras la fusión con Penguin, del británico Grupo Pearson) ha seguido publicando libros de ensayo con el prestigio y la fiabilidad de siempre. La magnífica traducción ha corrido a cargo del prestigioso traductor de los otros tres libros: Joandomènec Ros i Aragonès, biólogo, escritor y catedrático universitario español.
El libro tiene 602 páginas repartidas en un prólogo, 3 partes con 11 capítulos en total, un epílogo, los agradecimientos, las notas (que ocupan casi 100 páginas) y el índice alfabético.
Se trata de un ensayo harariano por definición, donde volvemos a leer al Harari conocido y en plena forma, tras 6 años de silencio, seguramente dedicados a la investigación rigurosa y exhaustiva que le caracteriza. Como no podía ser de otra forma en alguien que llega donde él ha conseguido llegar, no por modas literarias infundadas del momento, sino por las aportaciones intelectuales de un creador de contenidos interesantes, que presenta una interpretación de los acontecimientos de manera fresca, renovadora y estimulante, no le faltan críticos con mejores o peores argumentos. Una de las más (paradójicamente) populares críticas se centra en poner de relieve su cultivo de un estilo narrativo (o literario, es decir, lo que hace un buen escritor) y "sensacionalista" en el fondo. Una crítica facilona y ubicua, aunque sin demasiado valor, a cualquiera que venda millones de ejemplares. También hay críticas mucho más interesantes a sus presuntos errores, desde las neurociencias o la biología evolutiva. Por todo ello ha despertado cierto recelo en el mundo académico, lo cual es sano e importante, pues la diferencia entre una actitud religiosa sin mucho valor y una actitud científica de alto valor es la capacidad para cuestionar y no tomar a nadie como autoridad suprema de lo que sea (evitando así la falacia de autoridad). La crítica mejor fundamentada según mi opinión es dudar de la validez que pueda tener lo que opine de cuestiones como la tecnología o la ciencia un historiador, es decir, alguien que no tiene formación académica en esos campos de especialidad, pero se ha convertido en un referente consultado por todo tipo de personas influyentes.
Desde el principio del PRÓLOGO de apenas 26 páginas y siempre a mi juicio, ya ha dicho unas cuantas cosas significativas, que bien valen por 260 páginas de muchos otros libros, consiguiendo que reflexionemos de una manera peculiar e interesante, pues si algo me gusta de Harari es su estilo literario que considero "mayéutico socrático", proponiendo ideas y luego planteando preguntas antes que cerrar con afirmaciones tajantes, lo cual tampoco le impide dar finalmente su punto subjetivo de vista.
Personalmente no creo que lo importante de Harari sea tomar en serio todas sus ideas, interpretaciones o propuestas como si fuera un "gurú" (otra de las interesantes críticas que recibe) sabelotodo, o un ejemplo representativo del llamado "populismo de la ciencia" (tal vez la más popular de las críticas recibidas), sino saber aprovechar con sensatez algunas de esas ideas para reflexionar y no poco en estos singulares (y singularistas) tiempos que corren. Y en eso creo sinceramente que Harari hace aportaciones muy valiosas. En todo caso hacer una evaluación de su verdadero valor según las afirmaciones y los errores en sus libros desde la ciencia excede por completo mis competencias. Mi valoración es solo literaria y subjetiva.
Desde el principio (ese PRÓLOGO citado más arriba) Harari muestra su inequívoca capacidad para centrarse en aquello de lo que hablará, la información, presentando sus interpretaciones especulativas tan interesantes, en este caso asociando el poder a la información (página 11) bajo el argumento de haber acumulado, por una parte, un poder enorme y por otra parte, muchísima información. "El argumento principal de este libro es que la humanidad consigue un poder enorme mediante la construcción de grandes redes de cooperación, pero la forma en que se construyen estas redes las predispone a hacer un uso imprudente del poder" (página 14). Luego explica algo fascinante: esas redes suelen fundamentarse en ficciones, fantasías e ilusiones: son redes ilusorias. Tras reflexionar sobre ello, llegamos a un apartado genial titulado LA IDEA INGENUA DE LA INFORMACIÓN (página 15), donde el autor asocia la información a la verdad, la sabiduría y el poder. Luego pasa al apartado CONVERTIR LA INFORMACIÓN EN UN ARMA (página 24) donde entramos en la recta final del PRÓLOGO. Aquí se centra en "la idea populista de la información" o el uso directo de la información para obtener poder. Brillante Harari.
En el primer capítulo (páginas 37 a 52) ¿Qué es la información? Harari aborda la cuestión de la información de una manera que me parece esclarecedora y genial, empezando por las dificultades que implica su definición. Aprecio mucho su actitud "socrática" de seguir planteando ideas que cierra con preguntas para que el lector reflexione (aunque la intención sea dirigir la cuestión hacia su perspectiva). "Cada vez hay más filósofos y biólogos, y también algunos físicos, que consideran que la información es la pieza más básica de la realidad, más elemental que la materia y la energía" (página 37). Pero lo más interesante viene después, en el apartado ¿QUÉ ES LA VERDAD? (páginas 41 a 44). Te va a sorprender la peculiar y polémica perspectiva harariana (estés o no de acuerdo con ella).
A partir de aquí toda la primera parte (5 capítulos en total) pivota alrededor de una de las más brillantes ideas de Harari a mi parecer: las realidades objetivas (lo material y cuantificable), las realidades subjetivas (lo mental e incuantificable) y lo más interesante, explicado a fondo en el segundo capítulo: las realidades intersubjetivas (las ficciones que inventamos para cohesionar la sociedad y cooperar, aunque técnicamente hablando sean mentira, descritas por Harari como "relatos"). Mención especial merece la explicación que nos ofrece de las denostadas burocracias que despiertan todos nuestros recelos (a mí el primero) y de su importancia para gestionar grandes redes de información, con ejemplos gráficos evidentes (destacando el sistema de alcantarillado, bajo la broma conspiranoide del "Estado profundo"), en el tercer capítulo. "¿Debemos amar u odiar la red de información burocrática? Relatos como el de mi abuelo ponen de manifiesto los peligros que esconde el poder burocrático. Relatos como el de la epidemia de cólera de Londres dan muestra de sus posibles beneficios. En función de cómo se diseñe y se emplee, toda red de información poderosa puede tener efectos positivos o negativos. No basta con aumentar la cantidad de información de una red para garantizar su carácter benigno ni hacer que sea más fácil encontrar el equilibrio adecuado entre verdad y orden. Esta es una lección histórica clave para los diseñadores y usuarios de las nuevas redes de información del siglo XXI" (página 106).
Tras un inspirador y lúcido análisis en el cuarto capítulo de la Biblia (tanto judía como cristiana) como presunta "fuente infalible de conocimiento" y las realidades intersubjetivas que creó, llegamos a uno de los puntos argumentales más interesantes de Harari: lo que llama "mecanismos de autocorrección". Idea angular del pensamiento harariano que aparece en la página 143 por primera vez, asociada a su estudio exhaustivo de las redes de información y las burocracias como generadoras de orden, haciendo un recorrido histórico por la "conspiración satánica global" inventada por la Iglesia católica (y heredada hasta extremos estremecedores por el protestantismo) en el siglo XV (el Renacimiento y no la Edad Media, como mucha gente cree erróneamente) y cuya consecuencia principal fue la misógina "caza de brujas", hasta la revolución científica del siglo XVII que dotó de "fuertes mecanismos de autocorrección" (siempre desde el trasfondo argumental de una dura e intensa crítica a la "idea ingenua de la información"). "Dado que hasta los genios son víctimas del sesgo de confirmación, no se puede confiar en que corrijan sus propios errores. La ciencia es una empresa colectiva que se basa en la colaboración institucional, y no en científicos independientes o, pongamos por caso, en un único libro infalible. Desde luego, las instituciones también son proclives al error. No obstante, las instituciones científicas son diferentes de las religiosas, puesto que premian el escepticismo y la innovación en lugar de la conformidad. Las instituciones científicas también son diferentes de las teorías de la conspiración, en la medida en que premian el autoescepticismo. Las teorías de la conspiración suelen ser muy escépticas en relación con el consenso existente, pero, cuando se trata de sus propias creencias, pierden todo su escepticismo y sucumben al sesgo de confirmación. El distintivo de la ciencia no es solo el escepticismo, sino el autoescepticismo, y en el centro de toda institución científica encontramos un sólido mecanismo de autocorrección" (página 144). A partir de esta misma página 144 de la cita se desarrolla la fundamental idea en el apartado MECANISMOS DE AUTOCORRECCIÓN. Pero como no podía ser de otra manera (y esto es uno de los aspectos por los que me fascina Harari) 12 páginas después habla, en el último apartado del cuarto capítulo, de LOS LÍMITES DE LA AUTOCORRECCIÓN. El siguiente capítulo explorará esos límites comparando la democracia y el totalitarismo desde la antigua Atenas griega y el Imperio romano, hasta los modernos Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, con las brillantes peculiaridades interpretativas de Harari, tratando cada régimen político como red de información, en un original y creativo enfoque, para poner punto y final a la primera parte del libro.
En la página 237, es decir, a mitad del magnífico libro, nos sumergimos en lo más significativo del asunto, que caracteriza al autor y define este último impulso literario impecable para pasar de lo humano ("redes humanas") a lo poshumano ("la red inorgánica"). El sexto capítulo empieza con una apuesta fuerte: "No es ningún secreto que estamos viviendo una revolución de la información sin precedentes. Pero ¿qué tipo de revolución es exactamente? [...] De manera que, antes de explorar las implicaciones a largo plazo de la presente revolución de la información, recordemos sus fundamentos. El germen de la revolución actual se encuentra en el ordenador. Todo lo demás, desde internet hasta la IA, es un subproducto de este" (página 239). Lo que más me ha gustado y destaco es la definición que Harari ofrece de la evolución de la IA: "La IA no está progresando hacia una inteligencia de nivel humano. Evoluciona hacia un tipo de inteligencia muy diferente" (página 266). Los siguientes capítulos se centran en una explicación sobre el funcionamiento de los algoritmos como inicio rudimentario de la IA y tanto el potencial positivo como los peligros negativos que implica el uso de una tecnología tan avanzada, poniéndonos el autor ejemplos de ambos aspectos en la realidad cotidiana actual. Me ha parecido sumamente interesante el apartado EL SISTEMA DE PUNTUACIÓN SOCIAL en el séptimo capítulo (páginas 300 a 305) que le da la apariencia al libro de una sofisticada e ingeniosa novela distópica de ciencia ficción, pero no lo es, pues ya está en funcionamiento ese sistema, aunque aún no implantado del todo. "Cualquier cosa que hagamos, en cualquier momento, en cualquier lugar, podría afectar a nuestras posibilidades de obtener un empleo, un crédito bancario, un marido o una sentencia de prisión. ¿Te emborrachaste en una fiesta del instituto o hiciste algo legal pero vergonzoso? ¿Participaste en una manifestación política? ¿Eres amigo de alguien que tiene una reputación baja? Esto formará parte de tu entrevista de trabajo o de tu sentencia criminal, tanto a corto plazo como décadas después. De este modo, el sistema de puntuación social podría convertirse en un sistema de control totalitario" (página 303).
En el siguiente capítulo titulado Falible: la red suele equivocarse (páginas 307 a 355) y con el cual concluye la segunda parte del libro, para adentrarnos ya en la recta final, Harari propone una serie de reflexiones sobre la IA más que interesantes y que me parecen muy apropiadas, caminando por el "filo de la navaja" sin "cortarse", pues indaga en los perjuicios y las problemáticas reales que nos pueden traer los avances tecnológicos más disruptivos e innovadores, pero también sabiendo apreciar el valor que potencialmente tienen, con ejemplos gráficos muy claros y evidentes en un sentido y en el otro, para que podamos entender sus esclarecedores puntos de vista. He aquí uno de los principales motivos a mi juicio por el cual los libros que escribe este eminente historiador, junto con las opiniones que emite, tienen una valoración tan alta a nivel social (aunque nunca debemos dejar de tener en cuenta a sus críticos). A su parecer la respuesta que ofrece ante las probables problemáticas concluye esto: "La primera lección que todo algoritmo debe aprender es que puede equivocarse. Los algoritmos bebé deben aprender a dudar de sí mismos, a señalar lo que les genera incertidumbre y a obedecer el principio de precaución. Esto no es imposible. [...] Pero, con independencia de lo conscientes que lleguen a ser los algoritmos de su falibilidad, los humanos debemos mantenernos al tanto de lo que ocurre" (página 354).
Al reflexionar en el penúltimo capítulo el autor sobre los dos modelos políticos más implantados desde el siglo XX, es decir, democracia y autocracia (dictadura), incluyendo los experimentos totalitarios (fascismo italiano, nazismo alemán y comunismo soviético), para ver cómo mutarán estos regímenes políticos en la era de los algoritmos y la IA, augura algo interesante, refiriéndose en principio a un experimento mental con la fabricación de clips dirigido por algoritmos, propuesto por el filósofo sueco Nick Bostrom: "Si los algoritmos llegaran a desarrollar capacidades como las del experimento mental, las dictaduras serían mucho más vulnerables a la toma del poder por parte de los algoritmos que las democracias. Incluso a una IA supermaquiavélica le resultaría difícil adueñarse de un sistema democrático cuyo poder estuviera repartido como en Estados Unidos. [...] Adueñarse del poder en un sistema mucho más centralizado resulta más sencillo" (página 413).
Y tras un intenso undécimo y último capítulo donde Harari especula con un eufemismo "colonialista de datos" que podría conducir a la creación de un metafórico "telón de silicio" (haciendo una comparativa con la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que estableció la metáfora del "telón de acero", donde se dividía los territorios gobernados o influenciados por ambas superpotencias mundiales), llega la destacable conclusión del epílogo: "Mi objetivo con este libro es proporcionar una perspectiva histórica más precisa sobre la revolución de la IA. Dicha revolución todavía está dando sus primeros pasos y es bien sabido lo difícil que resulta entender la trascendencia de determinados acontecimientos en tiempo real. [...] Pero, si ampliamos nuestros horizontes para observar cómo se han desarrollado las redes de información a lo largo de miles de años, creo que es posible que nos hagamos una idea de lo que estamos viviendo en la actualidad" (página 460).
Un análisis muy acertado.
ResponderEliminarGracias por tu apreciación, Luis.
EliminarUn análisis muy completo.
ResponderEliminarLa verdad es que lo fui escribiendo a medida que leía el libro y eso hizo que la lectura se alargara casi una semana, ya que un análisis como el hecho implica unas cuantas horas de trabajo.
EliminarSe notan las horas, ya he visto varias entradas y da gusto leerte
EliminarGracias de nuevo, Luis, por dedicar este tiempo a comentar. Con lectores como tú da gusto crear contenido. Ojalá se extienda tu actitud por la Red.
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