14:03.
Riiiiiiiiingggg... Riiing riing ring.
"¿Hola?".
"Hola. Un paquetito de Amazon. Oye... ¿Te lo puedo dejar en el ascensor?".
"Sí, claro, perfecto, eso te iba a decir, déjamelo en el ascensor".
Su primo por parte de padres (que además eran 2 hermanos copiados y calcados, como clonados sin ser gemelos, al menos en las apariencias) había sido compañero mío de clase en el colegio, aunque íbamos a clases distintas. Tenía un año menos que yo.
Fui un mal estudiante y mi trayectoria académica finalizó en la Educación General Básica, repitiendo 2 cursos seguidos.
Ambos primos se hicieron amigos íntimos desde la infancia. Al llegar la adolescencia iban juntos a todos los sitios. Y por algún motivo que desconozco nos cruzamos en varias ocasiones. Parece ser que le caía bien al ex compañero de clase. Y así fue como conocí a Río Trankilo mucho antes de adoptar ese pseudónimo internáutico, un par de años después de dar comienzo la década de 1990, mientras atravesábamos la adolescencia camino de la juventud.
¿Quién hubiera imaginado todo lo que viviríamos juntos entre 1997 y 2007?
Al principio solo nos vimos esporádicamente en contextos lúdicos, los fines de semana, donde se producía el fenómeno de la socialización juvenil colectiva, en una zona repleta de disco-pubs. Así transcurrieron varios años, atravesando la década de 1990.
En mayo de 1997, mientras Río Trankilo estaba cumpliendo con el servicio militar, su primo, aquel ex compañero de clase y servidor, empezamos a quedar para salir los fines de semana, recorrer rutas de montaña, acampar y bailar en los disco-pubs. Eso hizo que entretejiéramos el principio de una amistad más íntima.
Cuando meses después Río Trankilo terminó el servicio militar se unió a nosotros y a partir de entonces fuimos 3 en lugar de los 2 que habían sido siempre.
Pronto Río Trankilo y un servidor empezamos a conectar con los mismos temas, básicamente la espiritualidad y el orientalismo.
Transcurridos un par de años indagamos en la contracultura y así fue como nos convertimos en lectobibliófilos empedernidos de rarezas literarias, compartiendo juntos los descubrimientos personales que hacíamos.
Aunque al principio vivíamos en la misma ciudad, no obstante entre semana cada cual tenía su desempeño personal y profesional (estudios, trabajos), viéndonos únicamente los fines de semana.
Al llegar el viernes por la tarde quedábamos los 3 y nos íbamos a desconectar por ahí. Pero entre finales de 1999 y principios de 2000 Río Trankilo y servidor estrechamos el vínculo de amistad gracias a nuestra respectiva pasión lectobibliófila compartida.
A partir de entonces cada viernes por la tarde acudíamos a un paraje natural y nos refugiábamos en la cabaña donde se regulaba una fuente natural de montaña y su pequeño embalse adyacente, pues en aquella época la cabaña estaba abierta. Allí dentro, a oscuras, nos encendíamos unos bidis (peculiar cigarrillo fino hindú) y pasábamos toda la tarde y parte de la noche departiendo sobre literatura, filosofía, orientalismo, esoterocultismo y contracultura. La única iluminación consistía en la pequeña brasa anaranjada del bidi. Pero lo mejor de todo era compartir los descubrimientos literarios que habíamos hecho durante la semana.
Entre finales de 1999 y principios de 2000 no solo descubrimos y compartimos a personajes, escritores, filósofos, líderes sectarios, psicólogos y psiconautas tan emblemáticos como Jack Kerouac (1922-1969), Osho (1931-1990), George Ivánovich Gurdjieff (1866-1949), Timothy Leary (1920-1996) o Terence McKenna (1946-2000), sino que nosotros mismos nos volvimos unos auténticos psiconautas.
Pero lo más significativo para nuestra amistad lectobibliófila fue el descubrimiento del poeta y escritor estadounidense Charles Bukowski (1920-1994) el 23 de abril de 2002. Pasamos casi un lustro leyéndolo y compartiendo nuestros pareceres, así como estados literarios de ánimo que nos provocaba.
A partir de 2005 también nos iniciamos en la lectura de literatura de ciencia ficción, destacando a Philip K. Dick (1928-1982) en el trasfondo, pero también a Fredric Brown (1906-1972), Norman Spinrad o Brian W. Aldiss (1925-2017).
Y el 29 de enero de 2006 sucedió espontáneamente aquello que llamé el "relato poético", influenciado por Bukowski y el taoísmo filosófico (daojia). Río Trankilo se unió escribiendo "relatos poéticos" con un creativo estilo propio. Ahora sí, vivíamos en ciudades pertenecientes a la misma provincia pero en extremos opuestos.
Cada cierto tiempo Río Trankilo venía a verme donde un servidor residía en aquella época y tras cerrar las ventanas y las persianas nos encendíamos, esta vez no los bidis hindúes, sino los porros de hachís y/o marihuana. Entonces uno cogía la postura adecuada en el sofá, mientras el otro leía en su ordenador portátil lo que había escrito desde la última vez que nos vimos. Luego sucedía viceversa y así pasábamos horas y horas compartiendo acontecimientos autobiográficos o reflexiones en exclusiva y que solo podíamos entender nosotros, pues solían relatar sucesos peculiares y divertidos que habíamos vivido, narrados según nuestra respectiva pero singular forma personalizada de escribir, obviando cualquier tipo de convención literaria, como nos había enseñado nuestro referente y mentor Bukowski.
Pero llegó 2007 y en algún momento inespecífico que no recuerdo con exactitud, Río Trankilo decidió casarse con su novia y formar una familia, pues llevaba ya 7 años de noviazgo. Así fue como nuestros respectivos caminos lectobibliófilos se separaron durante unos cuantos años, donde no supimos nada el uno del otro.
En 2010 tuvieron descendencia, su primera y única hija.
Servidor siguió su camino, desarrollando varios proyectos vitales fallidos derivados de mis amplios intereses, que nunca "cuajaron". La lectofilia junto a la bibliofilia siguió acompañándome como lo había hecho desde el principio, 2 años antes de empezar a estrechar vínculos amistosos con Río Trankilo y su primo. Tras un par de relaciones de pareja también fallidas, entre 2003 y 2008, conocí a mi actual mujer en Badoo, el 5 de septiembre de 2012. Pronto nos vinculamos en una relación sentimental afectiva muy intensa y profunda. Hoy seguimos juntos y más vinculados que siempre, conviviendo desde el 14 de febrero de 2013.
Pocos meses después de dar comienzo esa convivencia, Río Trankilo entró en contacto con mi mujer a través de Facebook. Así fue como empezó la segunda fase de la amistad, esta vez virtual, por WhatsApp principalmente. Pero al principio no tuve mucha conexión, pues parecía con claridad que nuestros respectivos caminos estaban en las antípodas, bastante distanciados.
Entonces sucedió un acontecimiento adverso de los que te sacuden la vida poniéndola "patas arriba": su hija, una adolescente de 9 años, enfermó de leucemia. Fue en febrero de 2020, sí, mientras se estaba expandiendo la pandemia de covid por todo el mundo. A finales de ese mismo año nos reencontramos 2 veces en persona, una en septiembre y otra en Halloween.
Aunque la situación les llevó al límite más insospechado, afortunadamente su hija se recuperó tras una odisea de vicisitudes, trasplantes, rechazos, fármacos, ingresos hospitalarios e incertidumbre... mucha más incertidumbre... preocupación y todavía mayor incertidumbre si cabe, con avances y retrocesos hasta su definitiva curación, que tuvo lugar en 2023. Como diría el fascinante personaje de Tyler Durden, en la emblemática novela de Chuck Palahniuk El club de lucha (El Aleph Editores, Barcelona, 1999) publicada originalmente en inglés en 1996: Río Trankilo tenía los ojos "envasados al vacío" de tanto llorar. Pero al final la difícil y complicada vivencia al límite no terminó en tragedia.
Este último año estuvimos desconectados tras un "reinicio" completo de vida por mi parte. Solo tuve noticias suyas cuando participó con varios comentarios en el artículo sobre el finalmente (aunque previsible) muy decepcionante combate de boxeo entre Jake Paul y Mike Tyson, que tuvo lugar el 15 de noviembre de 2024.
Y hace apenas unos días reapareció mi lectobibliófilo amigo íntimo Río Trankilo en el mejor sitio que podía aparecer sin duda, este blog que está inmerso, al parecer, en el proceso de creación y encuentro de una pequeña comunidad lectófila apasionante, de la que me produce un gran orgullo ser instigador y partícipe, recibiendo con entusiasmo, alegría y devoción cada manifestación desocultada de literario buen gusto en los comentarios, hasta el momento a favor, pero también en contra si se tercia en otros momentos más adelante, destacando las recomendaciones recibidas, sean del tipo que sean, pues forman parte de la vida de alguien donde la lectofilia ocupa su lugar, sea mayoritario, sea minoritario, no importa. Y más todavía se intensifica mi alegría, mi felicidad y mi devoción si, como en este caso ha sucedido, la recomendación ha "tocado" como hacía tiempo que no le sucedía, a la persona lectófila que me hace esa recomendación, tanto si la conozco, como sucede en este caso particular, o si es desconocida en lo personal (aunque nunca somos desconocidos porque compartimos la lectofilia).
Y, bueno, ya llegó la recomendación a casa, así que me voy a poner con ella muy pronto, nada más volver de vacaciones, que dan comienzo mañana, aunque solo sean unos pocos días y ya vuelvo.
Esos son los buenos amigos, no importa el tiempo, ahí siguen, he disfrutado este escrito, quizás es por nostalgia. El libro ya nos contaras
ResponderEliminarNada más volver de las vacaciones me pongo con él. Es la primera novela de Nerea Pascual, aunque tiene muy buena pinta, pero claramente creo que va a ser muy dura por la historia que cuenta, basada, además, en hechos reales.
Eliminar