Acabo de leer el libro Camino al cielo. Encuentros con ermitaños chinos.
Escrito por el antropólogo, prestigioso traductor y magnífico escritor estadounidense Bill Porter, que firma sus traducciones con el pseudónimo Red Pine (Pino Rojo). Nacido el 3 de octubre de 1943 en Los Ángeles, California, Estados Unidos, se trasladó a un monasterio budista de Taiwán nada más terminar su formación académica. De allí pasó a viajar por toda China y luego trabajó en varias emisoras de Taiwán y Hong Kong, donde relató sus viajes. A partir de entonces se especializó en las filosofías y religiones de China, dedicándose principalmente a traducir poesía de influencia taoísta y budista, así como sutras (escrituras sagradas) budistas.
Mi ejemplar es una primera edición publicada en mayo de 2024 por la editorial independiente de nuevo cuño y que empieza precisamente con este mismo libro reseñado aquí su andadura, TRES PORTALES, de Barcelona. El libro se publicó originalmente en inglés en 1993. Estamos ante otro acontecimiento destacable en el mundo de la edición en España, pues esta nueva editorial de nicho pretende acercar la sabiduría y la espiritualidad tradicional, centrándose en la literatura sapiencial (tanto oriental como occidental) y rehuyendo la pseudosabiduría o la espiritualidad nueva era sincrética y descontextualizada. La editorial tiene cuatro líneas o colecciones abiertas: SABIDURÍA, VIAJE, ARTES y POESÍA. El director es Jordi Carulla-Ruiz. Sin duda y tras leer este primer libro esencial, voy a tener muy en cuenta a la Editorial Tres Portales a partir de ahora por varios motivos, tanto relacionados con la calidad externa como interna de sus libros y el hecho de embarcarse en una nueva aventura editorial para ofrecernos la mejor calidad digna a tener en cuenta: tresportales.com.
El libro tiene 288 páginas repartidas en 2 láminas (Dinastías y repúblicas chinas; Mapa de la región de Xi'an) y 12 capítulos numerados con números romanos. La traducción es de Guillem Usandizaga.
Se trata de una curiosa e inusual obra maestra en los libros de viajes, porque, a pesar de estar encuadrado en ese tipo de literatura, en realidad esta joya va mucho más allá, al encontrarse su contenido plagado de enseñanzas espirituales de la filosofía china, mientras el autor nos narra sus viajes por lugares emblemáticos y lo que le sucede. Pero lo más importante de este libro es que no se trata de un ensayo filosófico, histórico ni religioso al uso, enrevesado o plagado de conceptos teóricos. De ahí su inusualidad. Aunque eso tampoco le impide al autor contarnos de forma amena y sin excesivas extensiones parte de la historia milenaria de China, de sus creencias filosóficas y religiosas o de la tradición también milenaria de los ermitaños.
La historia del libro se remonta a la primavera de 1989, cuando el autor se embarcó en un viaje (su enésimo viaje) por China, recorriendo especialmente los montes Zhongnan con el fotógrafo Steven R. Johnson, con la difícil tarea e intención personal de encontrarse con ermitaños chinos, empresa bastante improbable debido a la reducción drástica y violenta que este fenómeno autóctono de la historia china experimentó durante el gobierno comunista de Mao Zedong (1893-1976) a partir de 1949 con su acceso al poder y sus políticas totalitarias represoras iniciadas con intensidad en 1958, pero mucho más en 1966, hasta su muerte una década después, con especial énfasis en erradicar los fenómenos filosóficos y religiosos anteriores a la creación de la República Popular China. Precisamente ese año no parecía el más adecuado para el proyecto, pues sucedieron las protestas estudiantiles de la plaza de Tiananmén (manifestaciones lideradas por estudiantes chinos entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989 y que fueron duramente reprimidas y disueltas por la fuerza). Pero Bill Porter siguió adelante con el proyecto y consiguió crear una impecable obra maestra publicada en 1993. Desde entonces se ha convertido en un libro muy importante, sin parar de reeditarse, tanto en inglés como en la traducción al chino, consiguiendo que las nuevas generaciones hayan podido descubrir desde hace 3 décadas sus raíces ancestrales y un fenómeno cultural muy significativo: los ermitaños chinos que, influenciados por el taoísmo, el budismo y el confucianismo, se retiran a las montañas para completar su práctica espiritual y luego volver a la sociedad para ser maestros, ayudando a la gente.
Con la lectura del libro no solo recorreremos los montes Zhongnan y parte de la China más desconocida por el turismo, guiados gracias a la pluma narrativa de Bill Porter y Steven Johnson poniéndole imágenes inolvidables a todo lo que nos va contando el autor, sino que iremos tropezando en cada capítulo con seres humanos de lo más interesantes y peculiares, la mayoría monjes (y monjas) taoístas y budistas, incluyendo varios abades de monasterios que no lo parecen, pues viven igual que el resto de monjes, en la humildad y un ejemplo esencial de vida para estos tiempos tan turbulentos (que ya lo eran en 1993 cuando se publicó originalmente el libro, aunque sigue teniendo la misma o más vigencia todavía que entonces).
El autor escribe de una forma maravillosa, pues no se entretiene contándonos "cuentos chinos" en plan filosofía oriental asiática muy bonita en la teoría pero ineficaz o inviable en la práctica (como suele suceder con el tema de las creencias humanas). Todo lo contrario. Nos muestra la realidad (la poca realidad que quedaba) del fenómeno todavía vivo en aquella época de los ermitaños chinos, intercalando breves extractos de las entrevistas que el autor le hizo a monjes taoístas y budistas que vivían en plena montaña, comiendo lo justo y necesario y reduciendo sus deseos al mínimo. En algunas ocasiones estos maravillosos seres humanos, la mayoría entre la sexta y octava década de vida (llevaban como mínimo 5 décadas viviendo en las montañas chinas, a gran altitud), comparten con el autor pensamientos, ideas y reflexiones sencillas para tener muy en cuenta, siendo lo más importante de todo la elocuencia de sus rostros, figuras y actitudes donde, al menos aquí, se cumple con creces aquello de que "una imagen vale más que mil palabras", o "el rostro es el espejo del alma". Las imágenes de los seres humanos que nos encontraremos en este libro no tienen nada que ver con las imágenes de los congéneres con los que compartimos nuestro día a día, plagados de preocupaciones, sufrimientos, insatisfacciones crónicas, ansiedades, depresiones, frustraciones, sueños rotos, decepción, agotamiento y la persecución de quimeras tal vez equívocas o que al menos no son lo que aparentan a primera vista: fama, renombre, reconocimiento, riqueza, éxito, triunfos o aplausos que, cuando llegan, si es que lo hacen, nunca son lo que parecían (o imaginamos y creímos) que serían, teniendo una carga extra añadida como peaje y pago por ello.
A lo mejor los ermitaños chinos se equivocan y no es "oro todo lo que reluce"; a lo mejor tienen razón las críticas facilonas que cualquiera (hasta el menos ingenioso) puede hacer (como afirmar que es normal estar en paz y calma cuando uno se dedica a la vida contemplativa o renuncia a todo); o a lo mejor esos ermitaños chinos que tan bien refleja en su esplendor con brillantez y exactitud desprovista de pretensiones Bill Porter en este libro, pueden aportarnos algo de utilidad para reflexionar, replantearnos nuestras vidas y proyectos vitales a corto y largo plazo, evitando dejarnos arrastrar por las modas del momento, sean las que sean, cuestionando si nuestra vida actual es como es porque así son las cosas y no hay más, o si podemos enfocar la cuestión con otras actitudes y planteamientos vitales distintos que nos acerquen más a lo único que, a juicio de un servidor, es valioso en la vida: serenidad emocional, lucidez mental y coherencia celular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario