miércoles, 24 de julio de 2024

Cristóbal Serra Simó (1922-2012)



Cristóbal Serra Simó fue un maravilloso, inusual e irrepetible escritor cuasi desconocido, antólogo, traductor y erudito español de la segunda mitad del siglo XX.

   Nació en una familia burguesa el 28 de septiembre de 1922 en Palma de Mallorca y murió el 5 de septiembre de 2012 también en Palma de Mallorca (lugar del que apenas salió) tres semanas antes de cumplir los 90 años de edad, tras pasar los últimos cuatro meses de vida convaleciente y postrado en la cama después de una desafortunada caída. Su madre se llamaba Francisca Simó Alemany. Su padre era el médico Cristóbal Serra Carbonell. Fue el mayor de cuatro hermanos.

   Se trata de uno de los más creativos escritores ocultos de las letras hispanas, o como indica su antólogo, crítico literario, ensayista, profesor, doctor en Literatura Contemporánea y amigo personal Josep Maria Nadal Suau: "Cristóbal Serra [...] es uno de los grandes heterodoxos de la literatura española". Luego lo define a nivel literario como: "Heredero de la tradición satírica inglesa y del pensamiento filosófico de los presocráticos, cultivó todo tipo de géneros (fábulas, ensayos, relatos breves, aforismos), aunando como nadie erudición e imaginación, siempre con un trasfondo metafísico. El Apocalipsis, Lao-Tsé, William Blake o Henri Michaux son referencias constantes que conviven en su obra con el apasionado cultivo de la asnología, una inventada ciencia humorística que reivindica el papel estelar del jumento en la historia".

   Según Nadal Suau tuvo una infancia feliz y solitaria que ya apuntaba maneras. Pasó más tiempo en la casa de sus abuelos que en la de sus padres. Pero esa felicidad proveniente de la inocencia infantil que lo ve y experimenta todo por primera vez y sin prejuicios se truncó en la adolescencia, pues poco antes de cumplir los 14 años de edad estalló el fratricida conflicto bélico conocido como Guerra Civil española (1936-1939). Sus recuerdos asociados literariamente a la guerra se plasman en su obra como el horror en la mirada de un niño, pero al mismo tiempo parece ser que despierta su pasión lectora bajo los ataques aéreos. También sufrió tuberculosis en esa época y durante varios años hasta su curación, que le aislará entregándose a la lectura en el pueblo de Andratx, municipio de Mallorca. Allí se formará su mundo literario particular, gracias al párroco que le aproximará lecturas religiosas y una amistad peculiar con dos mujeres mayores, una francesa y otra inglesa, que le enseñarán sus respectivos idiomas.

   Estudió Derecho en las Universidades de Barcelona y Madrid, pero, al parecer, no le entusiasmó demasiado. Fue compañero de promoción del futuro político, diplomático y profesor universitario español Manuel Fraga Iribarne (1922-2012), pero, según nos cuenta Nadal Suau, no establecieron amistad. Demostró un pésimo talento para la vida práctica (algo con lo que simpatizo profundamente a nivel personal) estableciéndose en Palma de Mallorca para obtener trabajos esporádicos como conserje nocturno de un hotel, redactor de hojas turísticas o corrector de cartas comerciales. Intentó obtener una plaza de traductor en la sede suiza de la Organización Internacional del Trabajo, en Ginebra, pero no consiguió el puesto. Fue su única experiencia vital en el extranjero. Buscando evitar por todos los medios el ejercicio de la abogacía, se licenció estudiando a distancia Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia. De esta manera sí consiguió trabajar como docente durante décadas, enseñando idiomas, pero a pesar de los recuerdos que tienen sus alumnos de un profesor caótico, fue un gran Anónimo Sin Nombre. A veces escribió algún artículo periodístico por encargo pero no era muy afín al periodismo, pues lo veía como una forma de servidumbre.

   En el aspecto sentimental parece ser que solo hubo una mujer en su vida: Joaquina Juncà, que Nadal Suau la define como "Una mujer culta e independiente, bastante mayor que él. Bibliotecaria de carrera, le gustaban la música, la pintura, la lectura y la traducción". No se casaron ni tampoco convivieron, pero su relación nunca se rompió del todo. Ella murió en agosto de 1999.

   La característica literaria principal de Cristóbal Serra como escritor (y muy destacable a mi juicio) es que escribió y publicó poco: tiene 35 años cuando ve la luz su primer libro, en 1957, y tardará ocho años en ver la luz el siguiente, en 1965. Era bastante alérgico a los escritos demasiado extensos y no le despertaba simpatía alguna las novelas largas (las llamaba "libros pisapapeles"). En 1987 se jubila de la enseñanza siendo un escritor que ha publicado a sus 65 años de edad apenas 6 libros propios, aunque su trayectoria como traductor y antólogo, vuelve a contarnos Nadal Suau, es prestigiosa. En ese momento ha cultivado fama de secreto, exquisito, minoritario. No podría estar más de acuerdo con esa valoración. Parece ser que despertó un interés entre anarquistas universitarios, tras aparecer su segundo libro en la celda del anarquista y antifascista español Salvador Puig Antich (1948-1974), uno de los últimos ejecutados por el régimen franquista. Se carteó con varias personalidades de la literatura, como el poeta, ensayista y diplomático mexicano Octavio Paz Lozano (1914-1998) ganador del Premio Cervantes en 1981 y el Premio Nobel de Literatura en 1990; el escritor español José Bergamín (1895-1983); el poeta, ensayista, epigramista y traductor español Carlos Edmundo de Ory (1923-2010); el poeta, prosista, crítico literario y traductor español Pere Gimferrer Torrens (nacido en 1945); la editora hispano brasileña Beatriz de Moura (nacida en 1939), fundadora de la prestigiosa editorial Tusquets Editores y directora durante más de cuatro décadas; o el poeta y ensayista español Juan Larrea Celayeta (1895-1980) entre otras personalidades. Pero al no estar dispuesto a abandonar su isla eso dificultó una proyección pública que tampoco nunca buscó. El hecho de que no cayera en el olvido durante los años 80 del siglo XX fue gracias a una serie de intelectuales isleños que no solo lo frecuentaron sino que también lo reivindicaron: Basilio Baltasar, Carlos Garrido, Eduardo Jordá, José Carlos Llop o Rosa Planas. En los años 90 Baltasar, reconvertido en editor, pondrá su editorial recién fundada, Bitzoc, al servicio de Serra por suerte, publicándole 4 libros.

   La extensa vejez tras la jubilación traerá un irrefrenable impulso creativo en la recta final de la vida serriana. En 2006, la Universidad de las Islas Baleares le concede el doctorado Honoris Causa, con una ceremonia que acaba con una lección magistral, siendo el cierre perfecto de su obra, según nos sigue contando Nadal Suau para cerrar el apartado biográfico de Cristóbal Serra.

   Considerado inclasificable pero sin traicionarse a sí mismo, otro aspecto que me fascinó de Serra fue el comienzo de cada libro suyo, escrito a mano, con caligrafía impecable, en cuadernos de espiral o folios de colores. Nada me parece más auténtico, genuino y literario que esta faceta serriana también compartida (salvando las obvias distancias) por un servidor. Pero el principio fundamental que guiaba la pluma de Serra era burlar los géneros y sus convenciones. Parece ser que le gustaba presumir de la dificultad que implicaba catalogar sus obras. Otra cosa que me fascina de él es que jamás se cansó de repetir que nunca escribiría una novela y no lo hizo. Tenía un exquisito gusto por la brevedad y eso le acercó al aforismo. Otra curiosidad en esta línea señalada por Nadal Suau es su inventiva literaria. Entre otras cosas se inventó un género al que llamó nótula, que consiste en un escrito muy breve y a medio camino entre un aforismo y una nota. También fue un principio importante en su trayectoria la contradicción. Creó personajes sui géneris y emblemáticos, como Péndulo o Augurio Hipocampo, pero simultáneamente inventó un lugar surrealista e imaginativo como pocos: Cotiledonia y sus singulares habitantes. A lo largo de medio siglo escribió al margen de modas, acontecimientos históricos, cambios políticos de régimen o prestigios sociales. Algo nada fácil y bastante inusual si observamos las trayectorias de los escritores. Pero para la mayoría de lectores su nombre se asoció injustamente con la faceta del magnífico antólogo y traductor que era, faceta desempeñada a la perfección en prestigiosas editoriales como Barral, Seix Barral, Tusquets o Júcar.

   Descubrí a Cristóbal Serra Simó hace apenas dos semanas. Fue el miércoles 10 de julio de 2024 en la librería Bangarang de Valencia. Allí tropecé por suerte con EL VIAJE PENDULAR. Antología definitiva. Edición a cargo de Nadal Suau. Publicado por la editorial WunderKammer en septiembre de 2022, decidí comprar el libro tras leer la contraportada. Por descontado que desconocía por completo la vida y obra de Serra. Todavía estoy leyéndolo y releyéndolo perplejo. Ha pasado a convertirse en uno de mis autores favoritos sin duda.

   La información usada en esta entrada está extraída mayoritariamente de la introducción a la antología serriana definitiva, escrita por Nadal Suau bajo el título Una flecha elegida (páginas 13 a 48).

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