Esos personajes singulares y disruptivos que marcan la diferencia, contrastando en una sociedad posmoderna donde cada cual va a lo suyo y las apariencias indican una normalidad impostada, más de continente que de contenido; trajeados, hablando por el teléfono móvil, con la cara seria y un comportamiento correcto, aunque luego "la procesión va por dentro", ocultándose la oscuridad que subyace a cada cual. La persona banal, anónima, que no destaca en nada, con una apariencia y protocolo social correcto en la vida cotidiana, que luego se transforma en un furibundo acosador todopoderoso e imparable cuando nadie lo ve y se conecta a su paralela vida virtual, donde los límites y las barreras sociales caen. ¿Alguien podría identificar al violador, al maltratador, al psicópata, al asesino en serie con el que se cruza cada día por la calle, solo por las apariencias o el comportamiento visible?
Pero entre toda la marabunta de humanidad rebosante, disfrazada con buena ropa, higiene correcta, mejor perfume, educación adecuada, perfectas palabras sobrias, un comportamiento razonable a ojos vista y un falso protocolo del "¿Cómo va todo? Bien, bien", cuando va fatal y estamos hechos mierda por dentro, despuntan esos individuos peculiares, genuinos, sencillos, que por hache o por be, en la complejidad de sus vidas y circunstancias, se han desprendido del protocolo, del cuidado de su imagen, de cumplir con las obligaciones personales y profesionales y han cruzado la franja que les adentra en "tierra de nadie", mucho más allá de cualquier protocolo social, por tanto, son tratados por el resto como los "locos" (zanjando tajantemente la cuestión, pues la característica de un "loco" a nivel social es que no se le presta ni un poco de atención y tal vez, como "escudo" psicológico autoprotector, queremos desacreditarlos y usarlos cual fetiche de burla, no sea que a lo mejor, al prestarles atención, tengan algo que decir, entre la marabunta de señales y forma de comunicación indescifrable, más importante, significativo y lúcido de lo que habíamos imaginado o de lo que nos puede aportar cualquier "cuerdo").
Desde bien joven sentí una conexión directa con esos singulares personajes de la vida urbana cotidiana y supongo que porque ven en mí a un congénere con su misma naturaleza, aunque disimule ser casi "normal" y otro "cuerdo" más (la verdad es que estoy igual de "loco" que ellos, pero si algo domino bien, aunque no siempre, es el arte del disimulo que cuela no pocas veces), nada más verme entablan relación conmigo, a su manera, siempre dependiendo de sus características comunicativas diversas. A pesar de que nunca me gustó el neologismo políticamente correcto de "diversidad funcional", en el caso de estos personajes se aplica con exactitud conceptual, pues cada uno de ellos muestra una singularidad tan personal e intransferible, que a mi juicio destacan del resto de presuntos "cuerdos", pues cada uno despunta con una diferencia abismal del resto. Sin duda que para mí son los seres humanos más interesantes que conozco y cuando me cruzo con uno y abre la comunicación, disfruto con la aventura imprevisible y sincopada, pero siempre enriquecedora, ya que con ellos jamás tengo que fingir nada en absoluto, aceptan mi singularidad sin juzgarme, al igual que yo acepto la suya sin juzgarles. El único requisito necesario que he aprendido durante medio siglo de vida para relacionarme con ellos es no intentar comprender nada, porque no hay nada que comprender. Con ellos simplemente hay que estar y ser, nunca interpretar ni escenificar.
Durante 29 años viví en Alcoy, ciudad alicantina de nacimiento. Luego residí en Alicante un lustro, de nuevo en Alcoy 3 años y finalmente Orihuela, donde vivía mi mujer y donde llevo 12 años largos viviendo a su lado. En cada lugar habitado, en cada etapa vivida, conocí a infinidad de personajes singulares al margen. Los recuerdo a todos con nitidez, a pesar de los años transcurridos y los encuentros únicos de una sola vez con muchos de ellos.
El último y más reciente es un hombre mayor enjuto, desastrado, aunque la ropa vieja, sucia y raída, en algún momento fue vestimenta elegante y protocolaria. Fuma como un carretero y tiene el pelo blanco, aunque no es muy abundante. Camina apoyado en un bastón pero sin cojear, con porte aristocrático venido a menos. Lo más significativo es el pedazo de bigote espeso y poblado que tiene, un bigote nietzscheano más amarillo oscuro cuasi marrón e intenso que blanco, debido al tabaquismo. No sé su nombre. Habla trabado y arrastrando las palabras. No encadena frases largas y repite las palabras varias veces. Si tuviera que escribir lo que me dice, lo escribiría sin separación entre esas palabras. A pesar de la dificultad para entenderlo al principio, ahora mismo mi cabeza ha aprendido automáticamente a procesar sus palabras poniendo las pausas donde toca, reinterpretando la confusa vocalización correctamente. Desde el primer día su figura me recordó al "Escota", es decir, al fabuloso filósofo y escritor español Antonio Escohotado Espinosa (1941-2021).
Desde ese primer momento que entabló conversación conmigo fue para decirme: "unbuenlibrounbuenlibrounbuenlibro". Evidentemente, nunca presto atención a mi alrededor, ya que voy por la calle casi siempre leyendo. Esa primera vez escuché vagamente lo que me decía y antes de levantar la cabeza del libro, pensé: "Estoy como un cencerro. ¿De verdad creo interpretar que alguien está diciéndome algo relacionado con un buen libro, en unos sonidos confusos y casi guturales?". Lo primero al sacar los ojos del libro y dirigirlos hacia la persona, fue recibir un impacto y sobresalto, pues me pareció ver al "Escota" delante mío. Tras ese sobresalto, procesar la información visual y dejar de identificar al filósofo madrileño en un desconocido que se parecía a él, me dijo: "unbuenlibrounbuenlibrounbuenlibro... hayqueleer... hayqueleer... unbuenlibro... unbuenlibro... sí... lalectura... lalecturadeunbuenlibro... hayqueleerbuenoslibros".
Desde entonces lo veo a menudo y siempre nos saludamos. A veces se ha interesado por lo que estaba leyendo. Otras veces me ha contado algo sobre algún autor o libro. A pesar de que nadie presta atención a lo que dice y cuando me habla todos lo miran con suspicacia y luego percibo miradas hacia mí como de "bua, la que te ha caído", en realidad cada vez que me lo cruzo es un deleite. Jamás se ha equivocado en un autor asociado a un libro citado o en lo poco que ha podido contarme sobre un libro o un autor por su dificultad comunicativa. Algo que ya quisieran saber la mayoría de las personas comunes que lo miran con suspicacia y sin prestarle atención: "DumasDumasDumas... elcondedemontecristoelcondedemontecristo"; "loshermanoskaramazovloshermanoskaramazov... DostoyevskiDostoyevski... crimenycastigocrimenycastigocrimenycastigo"
La última vez iba por la acera de enfrente leyendo y escuché: "unbuenlibrounbuenlibrounbuenlibro", al levantar la cabeza y saludarlo me dijo: "eldecameróneldecamerón... Boccaccio... Boccaccio".
Hoy estaba tomándose un café en una cafetería orcelitana céntrica y al pasar absorto en la lectura del tercer relato de 'Dioses de barro" escucho: "unbuenlibrounbuenlibrounbuenlibro". Al levantar la cabeza y saludarle, me ha dicho: "JulioVerneJulioVerne... veintemilleguasdeviajesubmarino".
Cuando he seguido mi camino deleitado, he dejado todo lo que estaba haciendo porque tenía que contaros esta historieta.
Para escribir solo hay que saber hilar frases con más o menos sentido, pero un buen comunicador sabe describir con emoción lo que ve y vive, todo lo que le sucede es susceptible de un relato en su cabeza y siempre siente la fuerza de transmitir al mundo, no por ego y aplausos sino desde la necesidad del que cumple una misión y solo espera la satisfacción momentánea que siente cuando logra convertirlo al papel.
ResponderEliminarEs un gran narrador y su mensaje siempre es trascendental. Es usted un ser humano ejemplar, en el vaivén entre su cordura y su locura vive su talento. .
Con tanto que tengo para escribir y contar, ahora mismo me dejó usted sin palabras. Gracias, gracias y gracias por cada una de las suyas.
EliminarTus reflexiones son de otro mundo. Me metes en tus historias y son de las que te dejan pensando. Eres muy buen tío. Gracias por compartir.
ResponderEliminarGracias a ti por valorar así mis historias. Evidentemente sin ti, ni tus amigos, ni Centauro, ni Rio Trankilo, ni litos clown, ni Manuel Amaro, ni toda la silenciosa comunidad que sustenta esto, mis historias no serían nada. ¿Qué sería de la música si nadie la escuchara? Aquí va una primicia para ti por estar siempre ahí: si este artículo te pareció de otro mundo, el que viene ya me contarás. Efectivamente, vamos a sumergirnos un poco en la música. A partir de esta noche, a las 0:00 estará disponible.
EliminarPuedo corroborar el testimonio pues he sido testigo en numerosas ocasiones de cómo los marginados y “locos” han sido siempre bienvenidos y escuchados con apertura absoluta, por nuestro querido amigo, mi Bro, siempre y cuando ellos han querido acercarse, pues la única manera de que se abran a ti, esos maravillosos locos, es no intentándolo, ellos te eligen a ti si lo sienten así y aquí el amigo calamar tenía y por lo que veo sigue teniendo, un don especial para atraerlos, y hacerlos hablar, sin hacer nada. Eso es una cosa que aprendí de ti, eso que has escrito me lo enseñaste hace tiempo.
ResponderEliminarCon el tiempo aprendí el oficio y no lo he perdido, pues trabajar en un centro hospitalario me ha dado la oportunidad de encontrarme con muchos muchos “locos”
Y parece ser que también tengo ese don, lo cual es extraño entre mis compañeros. La última fue brutal, porque acababa de llegar una nueva compañera, una de esas personas que solo hablar ya deslumbra luz, sabéis de lo que os hablo no? Y nos llegó un extranjero del norte de europa que por el aspecto había vivido más guerras que todos nosotros juntos, evidentemente sucio, ensangrentado, ebrio y claramente agitado. Nos habían avisado de que fuéramos con cuidado, que no era colaborador y habían augurado que no le podríamos hacer el TAC.
Aquel día estaba cansado y hambriento y confieso que no muy receptivo a la situación, pero con el tiempo aprendes ciertos trucos automáticos y sabes cómo ganar terreno.
Entré le saludé y él me saludó, nos miramos a la cara sonriendonos y entonces entró Noelia, la chica nueva, y empezó a hablar con él, y empezó a preguntarle cosas y él cada vez se sentía más relajado, y su lenguaje cada vez era más claro y acabó contándonos una película que no os podrías creer de la rayada descomunal que nos contó que había sido su vida, con una cantidad de detalles alucinantes que cuando acabamos de hacerle el TAC, mi compañera y yo nos miramos con cara de alucine total sin podernos creer lo que acababa de suceder.
¿Recuerdas cuál fue mi primer libro?
Si claro, tú memoria prodigiosa, efectivamente “El Loco” de Khalil Gibran
Y empezaba diciendo:
¿Recuerdas cómo me volví loco?
Ya tusá
Bro, Bro, Bro... Estoy anonadado con tu comentario, pues no es tal, sino un post, la segunda parte de mi artículo pero escrito desde las vivencias y experiencias que, como muy bien cuentas, tienes con los mal llamados "locos", los únicos que jamás me han dejado ni un poco de residuo humano tras aparecer, ser y desaparecer. En mi caso suelen ser encuentros fortuitos y de vez en cuando, pero en tu caso, como muy bien has contado en tus poemas y escritos de lo más inmersivos, son muy frecuentes debido a tu apasionante trabajo sanitario en un hospital de los grandes y ubicado en ese punto clave de la mayor multiculturalidad, donde te las ves y te las deseas con todos los casos que llegan por ahí y que, como muy bien dices, nadie se podría ni imaginar (yo un poquito porque me has contado unos cuantos casos significativos y leído no pocos de tus escritos). Me enorgullece que seas mi amigo íntimo, me enorgullece todo lo vivido entre 1997 y 2007, pero sobre todo me enorgullece tenerte aquí compartiendo escritos como este.
Eliminar😊❤️
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